Me encanta tu página y te conozco desde hace tiempo, pero pero también te quería decir que se puede hacer una mayonesa pasterizada con la Thermomix. Un saludo enorme!
Su modus operandi en este vídeo es simple: limpiarse en el delantal, rascarse la barba, y luego seguir cocinando, como si la higiene fuera un concepto abstracto y la limpieza una mera sugerencia. En el mundo occidental, su presencia puede ser tolerada, incluso vista como una muestra de excentricidad. Pero en la cultura japonesa, donde la pulcritud es una religión y la higiene un arte, el cocinero desaliñado sería considerado un paria, un ser impuro que no tendría cabida ni para pelar nabos. En el santuario de la cocina, donde los cocineros se elevan a través del arte culinario, surge una figura que desafía no solo la estética, sino también los límites de la higiene: el cocinero con pelos creciditos y revueltos. Este hombre, que parece haber decidido que su barba es su mejor accesorio, se mueve por la cocina con una confianza desmedida, a pesar de que su apariencia podría conmocionar a los más fuertes estómagos. Imaginen al maestro de la sartén, cuya barba podría tener una vida propia. Se limpia en su delantal, que ha pasado de ser una herramienta de cocina a una auténtica obra de arte expresionista, donde cada mancha cuenta una historia de comida y sudor. Y sus pelos, que parecen tener una libertad solo igualada por la de un niño en un parque de juegos, se revuelcan sin control. Si este embajador de la desordenada belleza se encontrara en Japón, un país donde la cocina es un ritual de perfección y serenidad, sería como un gorila en un concierto de cuarteto de cuerda: completamente fuera de lugar. En Japón, donde la higiene es realeza y el orden es la ley, nuestro señor de los pelos revueltos probablemente no duraría más que el tiempo que le toma a un sushi enrodarse. Allí, donde los cocineros se enorgullecen de sus manos impecables y de una cocina que brilla más que el mar de Sajama, nuestro hombre de la barba desordenada sería relegado a la categoría de un pelador de nabos, aunque incluso esa tarea podría ser cuestionada debido a su tendencia a confundir la verdura con su propia barba. El cocinero con pelos creciditos y revueltos es un fenómeno que desafía la norma y pone a prueba el apetito de los más valientes. Porque, en última instancia, ¿quién quiere un plato que parece haber sido preparado por alguien que se rasca la barba con la misma frecuencia que otros se rascan la cabeza? Imaginen a un chef japonés viendo a nuestro personaje en acción: sería como ver una película de terror en la vida real. Cada movimiento, cada rasguño en la barba, cada mancha nueva en el delantal sería motivo de horror y consternación. En Japón, la cocina es un templo, un lugar donde la higiene es tan importante como el sabor. Los cocineros son sacerdotes de este templo, y su atuendo blanco impoluto simboliza la pureza y el respeto por los alimentos. El cocinero desaliñado, con su aspecto descuidado y sus hábitos poco higiénicos, sería como un intruso en un santuario, un profanador de la sagrada tradición culinaria japonesa. La higiene en la cocina no es negociable. Un cocinero que no mantiene altos estándares de limpieza puede poner en riesgo la salud de todos los que consumen su comida. Los pelos, la barba y la falta de limpieza no solo son antiestéticos, sino que también pueden ser vectores de contaminación. Así que, si alguna vez encontramos a un cocinero de esta calaña, tal vez el mejor consejo sea mantener la distancia y optar por un plato que no haya sido testigo de una sesión de higiene dudosa. Y si este cocinero realmente quiere hacer una carrera en la cocina, le sugerimos que comience por afeitar esa barba y mantener su delantal... ¡limpio! En el mundo de la gastronomía, la apariencia personal de un cocinero es tan importante como su habilidad para cocinar. La higiene es un valor universal y la pulcritud es esencial en cualquier cocina. Un cocinero desaliñado puede ser un artista en la cocina, pero si no cuida su apariencia y sus hábitos higiénicos, difícilmente encontrará un lugar en el corazón de los comensales, especialmente en aquellos con culturas que veneran la pulcritud como una forma de respeto. ¡Que la higiene reine en las cocinas del mundo! Y que los cocineros, tanto occidentales como orientales, comprendan que su imagen personal también es un ingrediente esencial en la receta del éxito. ¡Buen provecho y cuidado con los pelos en la sopa!
Interesante y fácil
Pintaza!
Muy rico! Eso sí, te veo en Eurovisión dentro de nada ❤
Riquísimo
Holaaa! Consejos si tapizas el molde con papel Film y que sobresalga para fuera luego lo puedes desmoldar sin problemas y además ir apretando también
Me encanta tu página y te conozco desde hace tiempo, pero pero también te quería decir que se puede hacer una mayonesa pasterizada con la Thermomix. Un saludo enorme!
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👍🏻
Su modus operandi en este vídeo es simple: limpiarse en el delantal, rascarse la barba, y luego seguir cocinando, como si la higiene fuera un concepto abstracto y la limpieza una mera sugerencia.
En el mundo occidental, su presencia puede ser tolerada, incluso vista como una muestra de excentricidad. Pero en la cultura japonesa, donde la pulcritud es una religión y la higiene un arte, el cocinero desaliñado sería considerado un paria, un ser impuro que no tendría cabida ni para pelar nabos.
En el santuario de la cocina, donde los cocineros se elevan a través del arte culinario, surge una figura que desafía no solo la estética, sino también los límites de la higiene: el cocinero con pelos creciditos y revueltos. Este hombre, que parece haber decidido que su barba es su mejor accesorio, se mueve por la cocina con una confianza desmedida, a pesar de que su apariencia podría conmocionar a los más fuertes estómagos.
Imaginen al maestro de la sartén, cuya barba podría tener una vida propia. Se limpia en su delantal, que ha pasado de ser una herramienta de cocina a una auténtica obra de arte expresionista, donde cada mancha cuenta una historia de comida y sudor. Y sus pelos, que parecen tener una libertad solo igualada por la de un niño en un parque de juegos, se revuelcan sin control.
Si este embajador de la desordenada belleza se encontrara en Japón, un país donde la cocina es un ritual de perfección y serenidad, sería como un gorila en un concierto de cuarteto de cuerda: completamente fuera de lugar. En Japón, donde la higiene es realeza y el orden es la ley, nuestro señor de los pelos revueltos probablemente no duraría más que el tiempo que le toma a un sushi enrodarse. Allí, donde los cocineros se enorgullecen de sus manos impecables y de una cocina que brilla más que el mar de Sajama, nuestro hombre de la barba desordenada sería relegado a la categoría de un pelador de nabos, aunque incluso esa tarea podría ser cuestionada debido a su tendencia a confundir la verdura con su propia barba.
El cocinero con pelos creciditos y revueltos es un fenómeno que desafía la norma y pone a prueba el apetito de los más valientes. Porque, en última instancia, ¿quién quiere un plato que parece haber sido preparado por alguien que se rasca la barba con la misma frecuencia que otros se rascan la cabeza?
Imaginen a un chef japonés viendo a nuestro personaje en acción: sería como ver una película de terror en la vida real. Cada movimiento, cada rasguño en la barba, cada mancha nueva en el delantal sería motivo de horror y consternación. En Japón, la cocina es un templo, un lugar donde la higiene es tan importante como el sabor. Los cocineros son sacerdotes de este templo, y su atuendo blanco impoluto simboliza la pureza y el respeto por los alimentos. El cocinero desaliñado, con su aspecto descuidado y sus hábitos poco higiénicos, sería como un intruso en un santuario, un profanador de la sagrada tradición culinaria japonesa.
La higiene en la cocina no es negociable. Un cocinero que no mantiene altos estándares de limpieza puede poner en riesgo la salud de todos los que consumen su comida. Los pelos, la barba y la falta de limpieza no solo son antiestéticos, sino que también pueden ser vectores de contaminación. Así que, si alguna vez encontramos a un cocinero de esta calaña, tal vez el mejor consejo sea mantener la distancia y optar por un plato que no haya sido testigo de una sesión de higiene dudosa. Y si este cocinero realmente quiere hacer una carrera en la cocina, le sugerimos que comience por afeitar esa barba y mantener su delantal... ¡limpio!
En el mundo de la gastronomía, la apariencia personal de un cocinero es tan importante como su habilidad para cocinar. La higiene es un valor universal y la pulcritud es esencial en cualquier cocina. Un cocinero desaliñado puede ser un artista en la cocina, pero si no cuida su apariencia y sus hábitos higiénicos, difícilmente encontrará un lugar en el corazón de los comensales, especialmente en aquellos con culturas que veneran la pulcritud como una forma de respeto. ¡Que la higiene reine en las cocinas del mundo! Y que los cocineros, tanto occidentales como orientales, comprendan que su imagen personal también es un ingrediente esencial en la receta del éxito. ¡Buen provecho y cuidado con los pelos en la sopa!
Está muy bien lo que dices, pero no hace falta enrollarse tanto y contar lo mismo 200 veces. Y además se puede tratar con un poco más de respeto.
Claro que sí campeón, seguro que cuando tú cocinas te pones lencería fina y te abres un Pinod Noir 🤡😎🤡
Uhfffff....que aburrimiento !!!
Holaaa! Consejos si tapizas el molde con papel Film y que sobresalga para fuera luego lo puedes desmoldar sin problemas y además ir apretando también