EL PALACIO DE LA ALJAFERIA: EL PALACIO MUSULMÁN

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  • Опубликовано: 22 апр 2022
  • Allá por el siglo XI, Sarakusta es una taifa musulmana, gobernada por la dinastía de los Banû Jûd.
    Uno de ellos, el rey Al-Muqtádir bi-llar, o “Poderoso, gracias a Dios”, reside en el palacio de la Zuda, del que únicamente pervive en la actualidad el torreón, que tras las sucesivas reformas, presenta un estilo renacentista.
    Pues bien, este rey, construye a las afueras de la ciudad su residencia de verano, conocida como "Palacio de la Alegría o "Casa del Regocijo", que junto con la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba, constituyen los ejemplos más relevantes del arte hispano musulmán.
    En la actualidad, bordea el palacio real un recinto amurallado que nada tiene que ver con el original.
    De hecho, en la restauración se han preservado dos torreones neogóticos, del siglo XIX.
    La Torre del Trovador es la más antigua del conjunto y escenario de muchas historias.
    En ella sitúa Antonio García Gutiérrez su obra dramática "El Trovador", sobrenombre con el que es conocido el doncel Manrique, quien tras raptar a su amada Leonor, es encarcelado en dicha atalaya.
    La historia finaliza con la muerte de los jóvenes amantes.
    En estos aciagos acontecimientos se inspira la ópera de Giuseppe Verdi, "Il Trovatore".
    Y según nos cuenta Miguel de Cervantes en la segunda parte del Quijote, de esta misma torre escapa Melisendra, tras ser rescatada por el noble Gaiferos.
    Volviendo a la historia del palacio musulmán, tras atravesar la puerta de entrada accedemos al patio de San Martín.
    A la derecha del mismo, tras un enrejado, se oculta el patio que acoge la puerta de acceso a la citada torre del Trovador, de cinco alturas.
    Su existencia, al menos en lo referido a la primera planta y parte de la segunda, precede a la del propio palacio taifal, remontándose su origen a la segunda mitad del siglo IX.
    Las dificultades de acceso, y el riesgo de que se produzcan pequeños desprendimientos, desaconsejan que esta zona esté abierta al público.
    Los más de cuatro metros de grosor de los muros de esta atalaya islámica, permiten aventurar su carácter originariamente militar, aunque Al-Muqtadir, al integrarla en el conjunto palaciego, también utiliza la terraza como observatorio astronómico.
    Traspasada la puerta de entrada, nos internamos en la primera planta, dividida en dos naves y seis tramos, mediante dos pilares cruciformes, de los que nacen arcos de herradura.
    En uno de los extremos de la sala, una escalera nos conduce a un pozo de más de cinco metros de diámetro en boca y casi dieciséis de profundidad.
    Su base alcanza el nivel freático del Ebro, asegurando que el palacio disponga de una fuente permanente y abundante de agua limpia.
    La segunda planta presenta una estructura espacial similar a la primera, aunque con los muros recubiertos de yeso.
    Algunas zonas se han dejado al descubierto, para que el espectador pueda apreciar los paños originales de ladrillo, propios ya del periodo taifal.
    Como taifal es la tercera planta.
    Los dos últimos pisos son de época mudéjar y a ellos retornaremos cuando volvamos a hablar del uso que se le da a la torre en otros momentos históricos.
    Volvemos nuevamente al patio de San Martín, para llegar a través de él a la galería norte del palacio musulmán, la más notable del mismo.
    Toda ella se adorna de unas delicadas arquerías, en las que el humilde yeso traza serpenteantes curvaturas, que nacidas en la techumbre, descienden a la búsqueda de las columnas de alabastro y mármol que las sustentan.
    Al fondo, el Salón de Mármoles", o Salón Dorado", es la estancia principal del palacio.
    Y en los extremos, las aljanías o alcobas.
    En la parte oriental del ala norte se encuentra el oratorio o mezquita, cuyo uso se reserva al rey y a sus súbditos más cercanos.
    Un jardín de trazado rectangular, separa la galería norte de la galería sur, de la que nada de su diseño original ha pervivido. El jardín constituye el eje central del palacio.
    A pesar de su origen y trazado musulmán, es conocido con el cristianizado nombre de "Patio de Santa Isabel", en homenaje a la hija de Pedro III de Aragón y de Constanza II de Sicilia.
    Con la conquista de Zaragoza, en 1118, por Alfonso I el Batallador, la ciudad pasa a manos cristianas y con ella el Palacio de la Aljafería, que sufre profundas modificaciones para adaptarse a los nuevos tiempos.
    Si quieres acceder a los recursos utilizados, pulsa en el siguiente enlace:
    perdidoenelamazonas.blogspot....

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