Audio libro "Consciencia más allá de la vida" de Pin Van Lommel. Parte 1
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- Опубликовано: 5 фев 2025
- "Consciencia más allá de la vida" es un libro escrito por Pin Van Lommel, médico cardiólogo holandés, quién ha trabajado por 25 años en un hospital donde cada tanto, pacientes sufrían paros cardíacos llegando a la muerte clínica por períodos de 5 a 10 minutos. Estos, recuperaban el pulso luego de las prácticas médicas de reanimación y traían consigo las llamadas "Experiencias cercanas a la muerte" o ECM. Las ECM consisten en la experiencia de un ser humano que ha estado muerto clínicamente por unos minutos y luego vuelto a la vida revela que a vivido una experiencia extraordinaria. Esto llevó a nuestro autor a realizar una exhaustiva investigación y una recolección de relatos que ofrece en este libro. Nuestro autor reflexiona conceptos como los de consciencia, vida y muerte. E interpela a una reflexión sobre la existencia humana y su naturaleza espiritual.
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Gracias por este tema, mi hija y mi mamá pasaron por esa experiencia y es algo maravilloso lo que vivieron, tanto así que ya no querían regresar. Bendito sea Dios nuestro Señor.
Como me gustan escuchar sus videos amigo gracias por publicarlos y compartirnos saludos desde ECUADOR.
Gracias, gracias, infinitas gracias, muy interesante ❤
Muy interesante!!! Gracias 👍🙏
💕 Gracias 💕 por compartir éste audio libro 📙 y la narración es magnífica...
Gracias!
Otro inciso. En la página 348, en el apartado sobre los aspectos transpersonales de la conciencia, el autor destaca que:
"El sí-mismo transpersonal, o 《el testigo》, es experimentado como uno en todo cuanto presencia. Pero yo no soy idéntico a mis experiencias. Tengo un cuerpo, pero no soy mi cuerpo. Tengo emociones, pero no soy mis emociones. Tengo pensamientos, pero no soy mis pensamientos. Lo que queda [ese sí-mismo distinto de sus atributos] es pura conciencia indivisa. Esta conciencia trasciende lo individual y conecta a los humanos con un mundo más allá del espacio y el tiempo."
Krishnamurti, desarrollando el principio básico de "el observador es lo observado", especificaba que (parafraseando):
"Cuando digo que, por ejemplo,《tengo miedo》, se da la situación de que, aparentemente, puedo modular ese miedo, pues me ha sobrevenido, puntualmente: puedo actuar sobre él, negarlo, condenarlo, resolverlo, etc. Ese《yo》 y 《su miedo》se experimentan como dos entidades separadas, el observador (yo) y lo observado (miedo). Pero es una ilusión: no existe tal separación, el yo y su miedo son la misma cosa."
Krishnamurti dejaba claro que esta escisión entre el observador y lo observado está en el germen de todo conflicto, de todo sufrimiento, pues el yo se convierte en una partícula inherentemente inestable que siempre busca controlar, cuando lo controlable es una proyección de sí mismo, por tanto, es una acción contradictoria per se.
Este tema se presta, pues, a una indagación ulterior.
Es importante subrayar el papel clave de la acción contradictoria del pensamiento. El pensamiento, si unificamos criterios con el autor, es el estado de la conciencia que rige la vida del ser humano. El nacimiento y la muerte no son, si nos fijamos, los puntos de inflexión en los que dicho estado se instaura o cesa, respectivamente, sino simples imágenes que forman parte estructural de ese mismo estado, el pensamiento. Es decir, el pensamiento implica espacio-tiempo, es espacio-tiempo, por tanto dibuja inicios y finales de los objetos que en él se mueven. La vida tiene sus cotas, al igual que el mismo universo observable (Big Bang), o que un manzano.
Resulta curioso como el pensamiento, el estado fragmentado de la totalidad (espacio no-local, indiviso, unitario), decreta -genera- la forma "cerebro humano" o incluso "ser humano". Cuestionarse estas premisas o axiomas incuestionables supone la "muerte", el final de todo ese vasto conjunto de formas independientes que cohabitan en el espacio y el tiempo. Es decir, y como apuntaba Krishnamurti, es posible morir en vida, lo cual implica que vida y muerte, el concepto que de ellas se tiene (con todas sus cadenas formales), se aniquilan mutuamente y solo que energía. Energía es ese vacío, el espacio no-local, sin tiempo ni espacio, la nada, o el todo, lo indiviso.
Destacaría un aspecto. Visto así, no parece demasiado increíble, al menos no tanto como los relatos sobre una ECM, por ejemplo. Poder visualizar a familiares difuntos ("sus conciencias") o conocer cosas súbitamente, sin razón aparente, da la impresión de ser algo verdaderamente extraordinario (sin citar ya el teletransporte de objetos con la mente). Pero hay algo esquivo en todo esto, que merece la pena notar: el carácter de extraordinario percibido en estos fenómenos no es la experiencia en sí misma, sino el hecho de que esta se haya registrado objetivamente, lo cual es la propia acción objetivadora o analítica del pensamiento. Dicho comportamiento es compartido con la ciencia clásica. Hacia el final del libro, el autor cita una crítica de un detractor de esta investigación, que la tilda de "pseudocientífica". Ciencia y pseudociencia, por ser polos opuestos, comparten una misma esencia o motivación: que la gente, el individuo, el ciudadano, tenga acceso a hechos objetivos. En el intento por atribuir al espacio no-local la cualidad de incognoscible, cabe preguntarse, con sinceridad, si no se esconde la misma pulsión del pensamiento por objetivizar, por determinar la realidad. Si la no-localidad es indemostrable (inobjetivable), representa que es algo radicalmente diferente al pensamiento (a la conciencia en su estado fragmentado, el claramente hegemónico), pues este es, en última instancia, la objetivación.
Por tanto, ¿cómo opera el espacio no-local? ¿Hay que hacer algo con él? Como bien explicaba Krishnamurti, "lo total, lo ilimitado adviene cuando lo limitado es percibido de golpe en toda su integridad, sin ir parte por parte". La percepción del pensamiento, de su estructura global, es la acción de la totalidad. Percibir todos los fragmentos espacio-temporales de golpe, coexistiendo, si nos fijamos, es lo que representa una ECM.
Muy interesante, lo estoy leyendo en papel. De hecho, el libro "me encontró" en la biblioteca, días después de intuir que la totalidad u orden implicado es un espacio no-local, en contraposición a la percepción fragmentada de la realidad, como un sumatorio de objetos independientes, que es local.
Intentaré hacer un inciso al concepto de consciencia que emplea el autor, que opino añade claridad y coherencia. Hay que tener en cuenta que es un concepto de consciencia enraizado en la neurociencia, es decir, se hace referencia a esa actividad inmaterial en la que participa, como emisor o receptor, el medio físico del cerebro. En este punto, introduciré otra acepción de consciencia, alejada de este campo: es la consciencia que nos explicó Krishnamurti.
"La consciencia es lo conocido, el Yo, todo lo acumulado; el yo es el centro, el observador separado de lo que observa, y su actividad es el movimiento del pensamiento; por tanto, la consciencia es el pensamiento; la consciencia es fragmentación; cuando la consciencia se borra, adviene la totalidad, el amor". Añadiendo la visión de su amigo, David Bohm, el orden explicado es dicha fragmentación, la consciencia, lo que en este libro se denomina "conciencia en vigilia". Sin embargo, cuando el autor habla de "conciencia no‐local", esto se presta a confusión. Es decir, el espacio no-local es lo indiviso, lo indiferenciado, la función de onda total, el orden implicado. La conciencia es el despliegue de esa totalidad sin límites; lo desplegado es limitado, es decir, está formado por formas definidas por bordes, objetos independientes. En la medida en que lo que percibimos son formas definidas, independientes, diremos que el mundo físico (el mundo de las cosas definidas), el mundo observable es igual a conciencia. Lo indiviso, el espacio no-local, de donde emerge lo dividido, lo local, es energía. Energía es vacío, la nada, o el todo.
Así pues, las ECM, por ejemplo, son experiencias subjetivas (esto es, siguen siendo conciencia, lo observable por un observador o sujeto) pero de naturaleza límite, por poner un nombre: equivaldría al "estado de iluminación", al estado atemporal, donde ya no hay un observador ineludible que observa algo, sino unidad. Krishnamurti nos ofreció, también, grandes reflexiones sobre la muerte, cuestionando profundamente el concepto sobre ella. En este sentido, sería muy interesante, compaginarlo con lo que esta publicación muestra. La muerte como final del tiempo, del movimiento del pensar, que es memoria, y el cambio radical que experimenta la mente o consciencia en ese punto. La totalidad indivisa y la conciencia se funden en uno, en un fluir continuo más allá del espacio-tiempo, que Bohm definió como "holomovimiento"; ambos apelaron a ese fluir como "percepción inteligente". La ECM sería un tipo particular de percepción inteligente, donde se perciben conexiones sorprendentes entre elementos aparentemente inconexos, donde "se ve el futuro", etc.
Por cierto, Krishnamurti ya aseguraba en aquella época que la Mente (aquí, conciencia no-local; yo diría simplemente el orden implicado) puede modificar las neuronas del cerebro y eliminar su patrón de operación (el condicionamiento) basado estrictamente en la fragmentación del intelecto, del pensamiento, del Yo. De hecho, la experiencia extracorpórea es ir más allá del Yo, de lo local, y "ser todo" (espacio no-local).