Es una entrevista estupenda. Hemos leído un poema de Chirinos en nuestro Club de Lectura de Soto del Real, Madrid y nos ha encantado. Aquí pongo el link: www.leerenmadrid.com/2018/10/club-de-lectura-biblioteca-municipal.html y el poema. ¿Cómo maneja uno los recuerdos? Yo tengo varios que se alternan y, para colmo, varían con el tiempo. No son organizados. Un buen día aparecen y ¡zas! se instalan sin permiso reclamando alguna música, si es posible alguna explicación. Ayer, por ejemplo, tenía siete años y entré sin llamar al dormitorio de mi madre. La ventana daba a un amplio jardín donde jugaba el collie, al fondo renacía una palmera, un floreciente árbol de papayas. Mamá se pintaba las uñas de los pies. Parecía estar muy concentrada y apenas me hizo caso. «¿Por qué te pintas?», pregunté. «Porque hoy llega tu papá», me dijo. Y eso fue todo. No. Eso no fue todo. Su vestido colgaba impaciente de una silla y una cámara filmaba sus piernas (la izquierda recogida, la derecha ligeramente levantada). ¿Qué quería de mí ese recuerdo? No lo sé. Si le pregunto dirá que no había ningún collie. Que tal vez había soñado.
Gran invitado de quien tenemos un grato recuerdo desde su Poesía.
Inmenso poeta, Eduardo Chirinos.
Es una entrevista estupenda. Hemos leído un poema de Chirinos en nuestro Club de Lectura de Soto del Real, Madrid y nos ha encantado. Aquí pongo el link: www.leerenmadrid.com/2018/10/club-de-lectura-biblioteca-municipal.html y el poema.
¿Cómo maneja uno los recuerdos? Yo tengo
varios que se alternan y, para colmo, varían
con el tiempo. No son organizados. Un buen
día aparecen y ¡zas! se instalan sin permiso
reclamando alguna música, si es posible
alguna explicación. Ayer, por ejemplo, tenía
siete años y entré sin llamar al dormitorio
de mi madre. La ventana daba a un amplio
jardín donde jugaba el collie, al fondo
renacía una palmera, un floreciente árbol
de papayas. Mamá se pintaba las uñas
de los pies. Parecía estar muy concentrada
y apenas me hizo caso. «¿Por qué te pintas?»,
pregunté. «Porque hoy llega tu papá», me
dijo. Y eso fue todo. No. Eso no fue todo.
Su vestido colgaba impaciente de una silla
y una cámara filmaba sus piernas (la
izquierda recogida, la derecha ligeramente
levantada). ¿Qué quería de mí ese recuerdo?
No lo sé. Si le pregunto dirá que no había
ningún collie. Que tal vez había soñado.