El hombre, un ser inadaptado e inadaptable (Ideas fundamentales de la filosofía de Ortega)
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- Опубликовано: 8 фев 2025
- Para Darwin, el éxito del hombre en el proceso evolutivo se debe a que ha sabido adaptarse a su medio. Para Ortega, por el contrario, se debe, sobre todo, a que, a través de la técnica, ha buscado adaptar el medio a él.
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Ortega y Gasset siempre gravitó en mi vida como un planeta lejano.. Me acabo de topar con esta página y esta explicación y estoy mudo con la cabeza llena de cosas de las que necesito hacerlas notas para digerir . Gracias por hacerlo tan cercano que sentí algo de su gravedad. Lo seguiré de cerca!
Estoy encantado de producir esos efectos con mi trabajo, Omar Morillo. Casi que firmo por llegar hasta ahí. Muchas gracias por su atención.
Muy buena explicación, no lo había reflexionado desde ese punto de vista. Muchas Gracias por sus enseñanzas
Muchas gracias a usted, Luis O, por su consideración.
EXCELENTE VIDEO!!
Muchas gracias open class usa.
Muy interesante, desconocía esta crítica de Ortega a Darwin
Es una crítica muy importante, que obliga a invertir la perspectiva que todavía hoy es dominante en este campo: en vez de ver la evolución como un proceso de adaptación al entorno, pasa, sin desechar esa vertiente, a serlo predominantemente de adaptación del entorno al hombre.
Good job
Gracias, y en los tiempos modernos se llevará a su máxima expresión...
Y cuando se usa la felicidad en la ingeniera social. Da lo que da...
10! ❤
Muchas gracias, amigo, por esa estimulante nota.
EL HOMBRE ES IJO DE LA LOCA DE LA CAZA 😇 , el descontento del hombre.....
Digamos que la idea de "el reino de los cielos", soporte de praticamente todas las ideologías, es una gran quimera.
¿Será así? Eso de asumir la locura colectiva es saludable para poder vivir el presente, resignarse a él es muy poco humano. Sigamos buscando alternativas, es tambien muy saludable y vital ese desafío.
Creo que es necesario para la buena higiene mental tener la referencia de que es posible transitar hacia "lo mejor", hacia un mundo mejor, eso que en el extremo se ha dado en llamar "el reino de los cielos".
Interesante. Aunque, según lo que Ud. menciona, Ortega y Gasset estaría partiendo desde una imprecisión. Pues, la capacidad de transformación del hombre, y por tanto, de adaptación del medio al hombre (como plantea), se da en un estadío bastante avanzado del proceso evolutivo del hombre. Dicho de otro modo, estaría partiendo de un hombre no más de 100,000 años de antigüedad. A diferencia de Darwin, que aborda la evolución del hombre desde el paso del primate a los primeros homínidos, en estadíos incipientes que, corresponderían a 1.5, 1.8 e inclusive, 2 millones de años atrás. En ese contexto, el hombre se forjó en base a la adaptación y no la capacidad transformadora planteada por el autor en cuestión, pues aún no había sido esarrollada. Por tanto, Ortega y Gasset, tendría mucha razón, si plantea que la adaptación del hombre en cierto punto de su evolución, dio paso a un estadío posterior donde el hombre comenzó a poseer la capacidad de adaptar dicho medio para sí mismo. Entonces, su planteamiento no seria de contravención o antítesis, sino de extensión o prolongación de lo formulado por Darwin.
Muy interesante comentario, que merece una respuesta más elaborada de la que ahora mismo puedo hacer, pero me comprometo a ella.
Aquí estoy, @maxgamerov. Las ideas de Ortega al respecto de lo que sugieres, es decir, que sólo desde hace 100.000 años se ha dedicado a transformar el medio en vez de a adaptarse a él, y antes, como todos los demás animales, se dedicó a seguir en su evolución el mandato del entorno y, por tanto, adaptarse a él, son ideas complejas. Ya lo siento, pero para exponerlas con un mínimo de sustento necesito bastante más espacio del habitual.
En vez de transformar su organismo para someterse al medio, como bien dices, el hombre desarrolló técnicas con las que someter él al medio. En las propias palabras de Ortega (“El tema de nuestro tiempo”): “Conviene abandonar la idea de que el medio mecánicamente modela vida; por tanto, de que la vida sea un proceso de fuera a dentro. Las modificaciones externas actúan sólo como excitantes de modificaciones intraorgánicas; son, más bien, preguntas a que el ser vivo responde con un amplio margen de originalidad imprevisible (…) Vivir, en suma, es una operación que se hace de dentro a fuera, y por eso las causas o principios de sus variaciones hay que buscarlas en el interés del organismo”.
Es decir, que Ortega, como (racio) vitalista que es, considera que es desde el organismo desde donde salen las instrucciones de evolución: el entorno es sólo lo que va a servir de vestidura o aplicación concreta a esa fuerza vital que va de dentro afuera.
Esa dinámica que ha dado en resultar el “homo sapiens” tiene una trayectoria mucho más antigua que los 100.000 años. La idea correspondiente le lleva a Ortega a formular una compleja teoría según la cual el hombre es una especie de historia mayor que los monos. Éstos evolucionaron adaptativamente, mientras que el hombre primigenio se mantuvo resistiendo a los cambios que el entorno trataba de imponerle. No es una teoría extravagante que Ortega se saque de la manga; se apoya fundamentalmente en trabajos de Herman Klaatsch (1863-1916), médico y antropólogo evolucionista alemán, y, sobre todo, Max Westenhofer (1871-1957), patólogo, biólogo y académico también alemán (la exposición en extenso de esta teoría la desarrolla en su libro “El espíritu de la letra”).
Hasta tal punto cree Ortega que el hombre se ha mantenido firme frente a un entorno que le exigía evolucionar en un sentido adaptativo, que lo considera el más viejo de los mamíferos y bastante coincidente evolutivamente con los vertebrados. Su antigüedad filogenética hace que nuestro filósofo se atreva a decir incluso que, como digo, en cierto sentido, el hombre es más antiguo que el mono, del que a veces se dijo que descendíamos; en rigor, sabe Ortega que nadie pone en cuestión que tanto el hombre como el mono proceden de una especie anterior, y solo discute si ese mono estaría más cercano del antecesor o, como él cree, lo estaría el hombre. Haciendo frente a la idea de que la especie humana es una de las más recientes y avanzadas del proceso evolutivo, dice en concreto: “Sería el hombre un caso extremo de resistencia a la variación, una especie retardataria e inadaptada, extrañamente detenida y fija: en cierto modo, un estancamiento biológico y un callejón sin salida de la evolución orgánica”.
Va haciendo Ortega un relato de cómo partes concretas del organismo de ese ser primigenio ya tenían decidida su conformación en etapas muy antiguas. Lo analiza respecto de la dentadura, de las extremidades, incluido el pie, y de los ojos. No me detengo en la consiguiente argumentación, y sólo lo hago respecto de la evolución del órgano más característicamente humano: la mano.
Aparecen los saurios y con ellos la mano. La mano con sus cinco dedos, la que, en lo esencial, mantenemos los humanos, incluido el pulgar, más engrosado. “Todo el que haya visto, aunque sólo sea en reproducción fotográfica, la huella del cheirotherion -que pertenece a la época primitiva- habrá experimentado cierto pavor advirtiendo su enorme semejanza con la huella de la mano humana”. El Chiroterium es un saurio de hace aproximadamente 240 millones de años. Probablemente era un animal carnívoro de marcha semi erecta. Queda descartado, pues, que la mano resulte ser una última adquisición del hombre, la que, precisamente, determinara su aparición como tal hombre: la tenían ya los más antiguos vertebrados. La mano del hombre no fue resultado de una evolución que buscara la mejor adaptación al medio, sino que, por el contrario, conservó tenazmente, en lo esencial, la que le legaron los antiguos vertebrados. Otros vertebrados y mamíferos respondieron a las condiciones especiales del medio e hicieron evolucionar su mano por apelmazamiento o compactación de los dedos hacia el casco, la pezuña o la garra. Pero la mano es anterior, un retraso biológico, una antigualla zoológica. A través de ella podemos situar al hombre, evolutivamente, junto a los primeros vertebrados. Estos eran cuadrumanos, la cuadrupedia es posterior. “El embrión humano de dos meses es cuadrumano. Poned al recién nacido, que no sabe tenerse, un bastón entre pies y manos; se agarrará con tal fuerza, que podéis, levantando el bastón, verle sosteniéndose en vilo. El embrión humano es un animal trepador y reptil”.
“Tendríamos, pues, que hombres y monos formarían un grupo de animales más próximos que ningún otro al primer vertebrado terrestre y ocuparían el puesto de primeros mamíferos. Si ahora preguntamos en qué relación sitúa esta teoría al hombre y al mono, se nos responde lo siguiente: el mono es un animal que somáticamente ha progresado más que el hombre; por tanto, procede de él, y no al revés, como suele creerse”. En su evolución adaptativa, los demás monos empezaron a perder el pulgar. Los demás antropoides, por consiguiente, evolucionaron tanto que se pasaron de la raya y acabaron deshumanizándose. El hombre fue más conservador y mantuvo su organismo sin evolucionar en muchos sentidos, a pesar de que ello le hubiera permitido, como a los demás animales, la adaptación al entorno. Se mantuvo inadaptado y, a pesar de ello, sobrevivió. Y lo hizo porque se dedicó a lo contrario que los demás animales: a cambiar el entorno para adaptarlo a sus necesidades. ¿Cómo saber hacia dónde transformar el medio para facilitarse la supervivencia? Ah, claro, tuvo que inventar la imaginación -la idea de un mundo alternativo- y, para eso, desarrollar la base orgánica necesaria: el cerebro.
Perdón por la extensión.
aunque la religion nos quiere imponer un equilibrio pero el mismo es roto por el hombre y no acepta religiones e imposiciones y para ello el hombre se busca una fantasia una alternativa de como deberia ser las cosas de alli que el equilibrio y el desequilibrio sera la perpetua balanza en la que estara el hombre