"Flor Nocturna", octeto de contrabajos

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  • Опубликовано: 5 окт 2024
  • Estrenada en la Iglesia de San Antonio de los alemanes, Madrid. 24 de abril, 2024
    Director:
    Javier Sicre Márquez
    Contrabajistas:
    Lucía Elias Montero,
    Roberto Carlo Leal Rivero,
    Nicolás Cabello Alonso,
    Jairo García Miguélez,
    Samuel González Pérez,
    Ernesto García Pascual,
    Ariel Ortega Fernández,
    Julia Llorente Fernández,
    Lucía Elias Montero.
    Director artístico: Eduardo Anoz
    Coordinador de estreno: José María Sánchez Verdú
    Coordinador de Sonología: Bertram Kornacher
    Coordinador de notas al programa: Miguel Morate
    Notas al programa:
    La oscura belleza de Flor Nocturna.Es de noche en el bosque. La luz del sol se ha filtrado a través de las hojas de los árboles. Cuando todo duerme, un cuerpo está en disposición de vivir. La flor nocturna despliega su belleza en la oscuridad, generando así un clima ambiguo. Esta idea permea la pieza para octeto de contrabajos de Lucas Perugini Aprá (1992), en la que explora las posibilidades sonoras y expresivas del instrumento. Con su obra nos invita a sumergirnos en un mundo profundo y envolvente, donde cada voz contribuye a la recreación de un bosque que busca ser una especie de cuadro expansivo y emotivo. Este lienzo musical comienza a resonar desde el centro del ensemble, del que brotará a modo de presentación el tema principal. El resto de los protagonistas se suman a la frondosidad de la escena con un murmurante acorde en pianissimo construido con armónicos naturales y artificiales. La confusión de la noche ha penetrado este paisaje sonoro.
    Un ostinato que se caracteriza por un sonido roto y percutido va a abrirse paso desde el margen derecho del escenario, moviéndose hacia el resto de las voces. Así, el compositor juega con la distribución espacial del sonido, que emana desde distintos puntos hasta contagiar a la totalidad de los instrumentos. A su vez, se perciben diversas polirritmias que empañan aún más esta mezcla de sombríos aullidos de los que, en ocasiones, va a aparecer el recuerdo del tema principal, simulando la belleza de aquella
    flor nocturna.
    Como colofón final, una última sección se erige sobre una serie de susurrantes trinos que reverberan como si de una pintura de Paul Klee se tratase. Los colores -los sonidos- forman un tapiz de reflejos que juegan con sus distintas intensidades. Poco a poco, senza tempo, todas las imágenes recreadas van desapareciendo, y aquel tema inicial que nacía desde el corazón del bosque despide con un eco lento y lejano la noche oscura...
    Vega Vázquez Martín

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