SOL DE VILLALÁN - José Carlos Esteban-Hanza Fdez.

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  • Опубликовано: 15 сен 2024
  • SOL DE VILLALÁN (Con motivo del V Centenario de la construcción de la Catedral de Almería)
    Composición, interpretación al piano y texto:
    José Carlos Esteban-Hanza Fernández
    (0:07) Al amanecer los rayos de luz atraviesan la Puerta del Sol de la ciudad tocando el Sol pétreo de Villalán, el rostro que desde hace cinco siglos es testigo mudo de todo lo que acontece en sus calles. Los cantos de las avecillas matutinas se funden con las gaviotas de la mar cercana. Y su batir de alas contra el viento encuentra respiro en las almenas y cubiertas del templo.
    (0:34) No en vano, durante centurias esta construcción ha sido a la vez catedral y fortaleza, acogiendo al creyente y dando abrigo frente a los piratas que arribaban a su playa dispuestos al pillaje. Queda expuesto así el motivo principal de la presente composición, basado en una solemne frase ascendente que invita de forma expresa a elevar el espíritu. Hoy, el mismo templo sigue abriendo sus puertas a todo el que quiere acercarse, incluso a aquellos -venidos también por esas mismas playas- que llegan huyendo de escenarios inhumanos.
    (01:25) La figura del trémolo insiste en percutir la misma nota, buscando esa introspección que da la quietud intramuros frente al bullicio de la calle. Buscando ese acercamiento a lo divino, a esa Luz que marque un sendero vital, que dé cobijo a los corazones. Como lo dio antes a aquella viuda del pescador cuyo cuerpo nunca devolvió el mar, o a aquel padre que corría con su hijo en brazos cuando campanas agitadas avisaban de velas amenazantes en la bahía.
    (02:18) En mitad de la pieza, el tañer del campanario de la Catedral de la Encarnación da paso a uno de los guiños de la presente obra: la referencia al maestro de capilla Don Antonio de Paz, quien ocupó ese puesto desde 1627 a 1637. De entre las pocas composiciones suyas que han llegado a nuestros días, merced al callado trabajo de los sucesivos archiveros catedralicios, se conservan algunos cantos de la Misa de Pascuas y Rogaciones. (2:33) De esta misa se incorpora sutilmente el primer fragmento del Kyrie, para que de alguna manera su memoria quede también unida a la partitura del siglo XXI. Se forja así otro eslabón más de la cadena que une a distintas generaciones en este mismo templo.
    (03:14) Nuevamente aparece el motivo principal, enriquecido ahora con las variaciones y las diferencias que el hombre del siglo XXI encuentra en un edificio de estas características, construido en un tiempo muy diferente al actual.
    (03:50) Es consciente de que en su camino vital su fe atraviesa diversos períodos y se enfrenta a distintas preguntas, a muchas de las cuales no sabe dar respuesta solo. (04:09) Su existencia efímera es objeto de bruscos vaivenes, de tormentas inesperadas que le llevan a zonas desconocidas. Algunas situaciones le harán dudar, retroceder incluso, dejando al hombre contemporáneo sin raíces. (04:32) Otras le harán madurar el fruto verdadero, le harán crecer hacia lo trascendente. La tonalidad modula expresamente hacia Sol mayor, dando paso a una sección majestuosa, coral. (04:57) Como ser humano, reconoce que, sin dudas ni vacilaciones, sin errores, nuestra existencia tendría menos sentido. (05:05) La partitura se decide definitivamente en un ascenso constante, elevando el espíritu, como elevaron este templo desde sus cimientos quinientos años atrás.
    (05:32) El creyente abre los ojos y la melodía vuelve a mostrarle las quietas paredes del templo de la Encarnación, con los rayos de luz fluyendo como arpegios. Tal y como las vieron todos los hombres que, antes que él, también elevaron su oración hacia lo alto en este mismo sitio. (06:00) El saberse portador de la fe de sus padres fortalece su espíritu, los acordes engrandecen la misma melodía, que suena ahora diferente, crecida, en plenitud, como un sol de mediodía bajo un familiar cielo azul huérfano de nubes.
    (06:45) La composición finaliza recordando los compases iniciales: la belleza natural del alba y el canto de los pájaros son la propia imagen del Creador, presentes ya antes de existir la Catedral. La obra concluye en paz, con la templanza de un corazón que se sabe escuchado por el Padre. Una gracia que quizá se ha obtenido también al elegir el lugar idóneo para orar.

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