Rey vallenato #1 Alejo Duran

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  • Опубликовано: 11 сен 2024
  • Rey Vallenato de 1968.
    Su estilo en el acordeón, su manera de interpretar y su fama se había extendido por la Costa Caribe Colombiana, Gilberto Alejandro Durán Díaz -Alejo, para el resto del mundo- ya era un ídolo popular desde el Valle (de Upar) hasta la Sabana (de Córdoba), cuando lo invitaron a participar en el primer Festival de la Leyenda Vallenata, en 1968.
    Vivía en Planeta Rica (Córdoba), a donde había llegado para quedarse, después de varias mudanzas y una vida itinerante. Tenía que presentarse en Valledupar, el 27 de abril.
    ‘El Negro Grande’, cuyas canciones' Fidelina', '039' , 'La perra', 'La cachucha bacana' y 'Joselina Daza' ya estaban en la memoria musical del país, tenía 49 años. En la capital del recién nacido departamento del Cesar, a Durán lo esperaban ocho competidores, entre ellos, Luis Enrique Martínez.
    En Valledupar, el músico nacido en El Paso, hoy hace cien años (cuando el pueblo hacía parte del Magdalena Grande y desde 1967, al Cesar), encontró en la Plaza Alfonso López una tarima de madera improvisada. No habían construido la que después se llamó Francisco el Hombre.
    Además, había otro favorito: Emiliano Zuleta Baquero, ‘El viejo Mile’, autor de 'La gota fría'.
    Estaban también Abel Antonio Villa, Alberto Pacheco -que sería su inmediato sucesor-, Toño Salas, Alcides Moreno, Ovidio Granados y la osada Fabriciana ‘Fabri’ Meriño, una joven de 16 años que se abrió paso en una contienda que 52 años después, sigue siendo de hombres.
    Quedaban solo tres para la final: Durán, Granados y Luis Enrique. Antes se llevaron a Alejo para la casa de ‘La Cacica’, Consuelo Araujonoguera -alma y gestora del encuentro-. Granados relata que allí, Alejo aflojó las cuerdas de su acordeón. Y que, ya de regreso, ante el público hizo una fuerza que las soltó del todo. Con su amabilidad característica, Alejo dijo: “Perdonen, muchachos, que se me soltó la correa. Pero así los voy a complacer”. Y el público sacó pañuelos blancos. “De ahí agarró fuerza”, dice el acordeonero que a la postre quedó de segundo.
    “Cuando dieron el fallo -evoca Granados-, Alejo me buscó en la tarima y me dijo: ‘Si no te hago así, si no.. no te gano’. Fue cuando nos hicimos amigos”.
    El compositor de 'Sin medir distancias', Gustavo Gutiérrez Cabello era jurado en esa noche del 29 de abril del 68. “A todos nos conmovió cuando tocó el 'Pedazo de acordeón'. Fue inolvidable”, dice.
    Alejo escogió esa competencia para presentar en sociedad esa puya, que se convertiría en la más interpretada en festivales. Se volvería un ícono de ese aire vallenato, un parámetro de competencia.
    “La puya no era obligatoria -subraya Granados-, pero Alejo no lo sabía y tocó los cuatro aires”.
    De Zuleta no hubo mucho rastro. “ Se le llamó a la tarima tres veces y él estaba emparrandado -recuerda Gutiérrez Cabello-. Como era el primer festival no lo tomaban en serio y al tercer llamado lo descalificaron.

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