Nậm Lỳ Retreat

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  • Опубликовано: 16 окт 2024
  • Nậm Lỳ Retreat, mi primer trabajo en Vietnam:
    Las terrazas de arroz más lindas que vi en mi vida. Mi casita estaba en el punto más alto del monte rodeada de todas ellas y mis ojos no me creen todavía. Flores de alforfón por doquier, incluso ya pasada su temporada. Fragancia fresca, insectos felices y caminar con cuidado para no pisarlas. Cada día una mariposa de color y diseño diferente persiguiéndome (o yo a ella). Traté de disfrutar al máximo cada una sabiendo que viven como máximo 2 semanas. Los bueyes más libres que conocí. En lugar de arriarlos los acompaña una persona caminando durante todo el día para que coman, beban y descansen por el terreno que necesitan pisar. Los pibes del pueblo más cercano (que no tiene nombre). Recolectan todos los días en el río caracoles, bichos de agua dulce y pescaditos parecidos a las mojarritas con sus redes. Mi lugar preferido durante una semana de trabajo y mi torre de control para volar el drone como punto estratégico con visión panorámica total. Mis caminatas solitarias entre los campos de plantaciones a puro silencio, pastizales que parecían impenetrables pero solamente requerían más paciencia y recompensas visuales. Los caminos escondidos que algún granjero marco para poder ir a trabajar y fueron mis senderos maratónicos. Los mensajes desde algún otro plano cuando alguien me hablaba para bajar a tierra un poco y jugar a adivinar que dibujaban las nubes cada tarde en el cerro. Las texturas, la máquina de frenar el tiempo, el horizonte infinito, los pensamientos sin sentido pero que no buscaban tal, la paz exterior e interior, la perfección milimétrica de quién trabaja con y para la tierra.
    Mi primer trabajo en Vietnam me dio lo que me gusta (fotografiar y filmar) en el momento que me gusta (viajando) no tiene precio. Y no lo tuvo realmente, porque en lugar de cobrar dinero gané mucho más. Me fui lleno texturas de las terrazas, colores de los atardeceres, frescura de las cascadas, aromas de las flores, aventuras de los caminos, infinidad del horizonte, sonidos de la naturaleza, templanza de los animales, inocencia de los chicos y los sabores del café de montaña.
    Pero lo más importante que me dejó esta primera experiencia laboral en Asia, en un lugar tan remoto como alejado de absolutamente todo, fue la recarga que necesitaba para seguir viajando. Esa batería de vida que no se recarga fácil pero que tan vital es llevar en la mochila. Porque el viaje tiene que seguir. Energía, dame más.
    Edición: Jaime Asiain 🙏

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