Castillo de Locubín, San Locubines

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  • Опубликовано: 11 сен 2024
  • El pie del niño aún no sabe que es pie,
    y quiere ser mariposa o manzana.
    Pero luego los vidrios y las piedras,
    las calles, las escaleras,
    y los caminos de la tierra dura
    van enseñando al pie que no puede volar,
    que no puede ser fruto redondo en una rama.
    El pie del niño entonces
    fue derrotado, cayó
    en la batalla,
    fue prisionero,
    condenado a vivir en un zapato.
    Poco a poco sin luz
    fue conociendo el mundo a su manera,
    sin conocer el otro pie, encerrado,
    explorando la vida como un ciego.
    Aquellas suaves uñas
    de cuarzo, de racimo,
    se endurecieron, se mudaron
    en opaca substancia, en cuerno duro,
    y los pequeños pétalos del niño
    se aplastaron, se desequilibraron,
    tomaron formas de reptil sin ojos,
    cabezas triangulares de gusano.
    Y luego encallecieron,
    se cubrieron
    con mínimos volcanes de la muerte,
    inaceptables endurecimientos.
    Pero este ciego anduvo
    sin tregua, sin parar
    hora tras hora,
    el pie y el otro pie,
    ahora de hombre
    o de mujer,
    arriba,
    abajo,
    por los campos, las minas,
    los almacenes y los ministerios,
    atrás,
    afuera, adentro,
    adelante,
    este pie trabajó con su zapato,
    apenas tuvo tiempo
    de estar desnudo en el amor o el sueño,
    caminó, caminaron
    hasta que el hombre entero se detuvo.
    Y entonces a la tierra
    bajó y no supo nada,
    porque allí todo y todo estaba oscuro,
    no supo que había dejado de ser pie,
    si lo enterraban para que volara
    o para que pudiera
    ser manzana.
    ( Pablo Neruda )

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