Lección 6 | Atajos peligrosos, estratagemas y evasivas - Pastor Fernando Gómez
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- Опубликовано: 5 ноя 2024
- Serie: Perdonados para perdonar
Fecha de exposición: 28 de Julio 2024
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Resumen del estudio:
LECCIÓN 6.
ATAJOS PELIGROSOS, ESTRATAGEMAS Y EVASIVAS
… Porque sí perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más, si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Mateo 6:14-15
1. Dos evasivas comunes
1) Minimizar la ofensa
Cuando uno confiesa su pecado y busca el perdón de alguien a quien ha ofendido, le dicen: "Oh, en realidad no hay nada que perdonar".
Actúa como si la relación entre los dos fuera lo más sólida posible, cuando cada acción o palabra desde la afrenta indica lo contrario.
¿Qué haces entonces tú, pecador cargado de culpa, que quieres librarte de esta carga?
Trata de responder de esta manera: "¡Bueno, ciertamente me alegra oír eso! La carga de mi pecado me ha estado agobiando. Como tú no consideras tan grave la ofensa, estoy seguro de que no te importará perdonarme por mi bien.”
2) "Él (ella) ya lo sabe"
Cuando le pides a alguien que haga la promesa de no recordar más tu pecado (es decir, de perdonarte), puede objetar: "Tú ya sabes que te he perdonado". "No tengo que pasar por el ritual de decirlo".
Nadie puede saber que otra persona le ha perdonado, a menos que esa otra persona realmente lo diga.
Esto es cierto por la propia naturaleza del perdón. Por su naturaleza, se hace una promesa, y siempre se hace (se habla, o se da) a otro.
Por tanto, a menos que se haga una promesa a alguien, no ha habido promesa.
Si para perdonarte, Dios tuvo que decirlo, tú y yo debemos hacerlo también. La voluntad de perdonar, aunque apropiada, necesaria y encomiable, no es perdón. Hay que hacer una promesa.
2. Cinco “beneficios” oscuros del rechazo del perdón
La deuda nos da poder
La deuda nos proporciona una identidad
La deuda nos concede derechos
La deuda es un arma
La deuda nos coloca en la posición de Dios
¿A dónde nos conducen estas evasivas y estratagemas? Es también temiblemente ciego. Nosotros estamos tan enfocados en los errores de los demás que nos volvemos ciegos a los nuestros. Olvidamos cuán frecuentemente fallamos, cuánto pecado mancha todo lo que hacemos y cuán desesperadamente necesitamos la gracia a la que no estamos dispuestos a dar. Esta manera de vivir cambia a nuestro prójimo en un adversario y nuestra vida se vuelve una zona de guerra.
3. Un modelo simple para pedir perdón
(1) Reconozca que ha pecado: «Estaba actuando mal» o «Dios me ha convencido de que estaba actuando mal…»
(2) Identifique el pecado específico usando su nombre bíblico: «Lo que hice fue egoísta» o «Lo que hice fue deshonesto».
(3) Identifique un comportamiento bíblico para demostrar su decisión de arrepentirse: «Debí aclarar lo que querías decir antes de sacar esa conclusión apresurada». «La próxima vez diré la verdad sin que me importen las consecuencias».