El viejo monje fantasma - Enigmas del mundo - Néstor Armando Alzate

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Una enorme y hermosa mansión antigua de Francia que hasta la Revolución Francesa había sido un priorato en el que vivía en oración un grupo de monjes, fue adquirida por una viuda rica que se pasó a vivir en ella a mediados de 1955, y al poco tiempo, su anhelada paz, se vio interrumpida por una serie inexplicable de ruidos y lamentos.
Algunas noches más adelante, la viuda que dormía en la habitación que había pertenecido al prior, se sintió aterrada al ver que un monje anciano, encapuchado y encorvado abrió la puerta y con paso cancino llegó hasta la chimenea, se postró ante ella y comenzó a orar entre sollozos, a pedir perdón a Dios y a doblarse hasta tocar el suelo con su cabeza, mientras la mujer lo veía paralizada del miedo. Quince minutos después, el monje se levantó y salió silenciosamente; al cabo de algunos días comenzó a repetirse la escena con frecuencia. Entonces una noche la mujer le habló, y él le dijo, que oraba allí desde hacía varios siglos pidiendo perdón por haber permitido que un prisionero de un calabozo que él decía estaba contiguo a la puerta muriera de hambre y miedo.
Durante varios años hasta 1960 el anciano monje visitó regularmente la chimenea o se aparecía en el rellano de las escaleras aún de día y a veces conversaba con la dama, hasta que ella (a instancias del escritor Robert Tocquet, un afamado profesor de Antropología, parasicólogo, químico y físico, que consignó esta historia en su libro: Mediums y Fantasmas), metió su mano en el cuerpo del fantasma lo que le produjo un terrible shock, a guisa de descarga eléctrica y durante varias semanas tuvo su mano hinchada y con quemaduras, pero corroboró así, que la aparición era una densa neblina. Unas semanas después se manifestó por última vez el monje, que le pidió que orara por él ante la virgen y asperjara con agua bendita su tumba que estaba en el jardín cercano.
¿Y…lógico?
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