Muy pocas veces la vida nos ofrece la cercanía de alguien grande, verdaderamente grande y Juan Alfonso lo era, lo es, porque vivirá siempre. Juan Alfonso, sacerdote, compositor, intérprete, hombre, hermano, tío, hijo, amigo, compañero… maestro. Juan Alfonso, sus palabras, sus escritos, su sonrisa, su voz, su figura, sus gestos, sus ojos, sus manos… su obra. Juan Alfonso, su genio, su Fe, su magisterio, su humildad, su cariño, su generosidad, su respeto, su sensibilidad, su bondad, su fortaleza, su paz, su honestidad, su ejemplo… su alma. Juan Alfonso, solo un adjetivo: GRANDE, verdaderamente grande. Un regalo de Dios para los que hemos conocido su persona y/o su música; un regalo también, sus herederas.
Juan como le llamábamos, fue mi maestro espiritual desde 1983 hasta 2001, año de mi regreso a Italia. Juan Alfonso ha sido el Hombre con el Alma más brillante, ligera y pura que he conocido. Nunca podré olvidar aquellas hermosas sensaciones, a su lado, pasar las páginas de la partitura mientra èl tocaba ... sentir su Alma. Murió el 17 de mayo de 2015. En esos días yo estaba de vacaciones en Granada justo para saber de él, ya que hacíe años no contestaba ni a cartas ni a teléfonadas. El día anterior a ese 17 de mayo, estube al hospital, como los dias anteriores. No era consciente, lo mirè, sabía que me percibía, me sentía cerca, su Alma seguía amándome. A distanza de 14 años ... me ha esperado para ir a el encuentro de su hermana muerte. Grazie Juan Ginetto
En 1988 comencé a frecuentar la misa de las 13:00 hs. en la S.I. Catedral de Granada. Yo, con 16 años, y amante del mundo cofrade y su barroca puesta en escena, encontraba excesivamente simple el ceremonial de la misa de todo un arzobispo. No obstante, el incipiente coro de la seo granadina adornaba la celebración en contraste con las ausencias litúrgicas del altar. Y, poco a poco, de manera apenas imperceptible, los sonidos que venían de un instrumento casi desconocido para mí, empezaron a penetrar mi sensibilidad y a producirme un gran bienestar interior y físico. Así, iba a la Catedral casi todos los domingos para ser bañado por la música de aquel órgano. Después empecé a llegar antes, para escuchar la ambientación previa a la eucaristía. La felicidad comenzada cuando veía a D. Juan Alfonso cruzar delante del altar mayor con su carpeta negra recogida en alto en un brazo y las oscuras llaves en la otra mano. El ritual musical del domingo comenzaba con el sonido del abrir de la puerta de acceso al órgano; se encendía una luz de interruptor sonoro y se subían unos peldaños de madera de rebote sordo que eran el preludio del ascenso a lo espiritual y lo fascinante a que nos llevaría la interpretación, siempre finísima y elegante, del canónigo organista de la Catedral de Granada. Mucho más escribiría, pero lo dejo para otra ocasión DEP D. Juan-Alfonso García.
Muy pocas veces la vida nos ofrece la cercanía de alguien grande, verdaderamente grande y Juan Alfonso lo era, lo es, porque vivirá siempre.
Juan Alfonso, sacerdote, compositor, intérprete, hombre, hermano, tío, hijo, amigo, compañero… maestro. Juan Alfonso, sus palabras, sus escritos, su sonrisa, su voz, su figura, sus gestos, sus ojos, sus manos… su obra. Juan Alfonso, su genio, su Fe, su magisterio, su humildad, su cariño, su generosidad, su respeto, su sensibilidad, su bondad, su fortaleza, su paz, su honestidad, su ejemplo… su alma.
Juan Alfonso, solo un adjetivo: GRANDE, verdaderamente grande.
Un regalo de Dios para los que hemos conocido su persona y/o su música; un regalo también, sus herederas.
Juan como le llamábamos, fue mi maestro espiritual desde 1983 hasta 2001, año de mi regreso a Italia.
Juan Alfonso ha sido el Hombre con el Alma más brillante, ligera y pura que he conocido. Nunca podré olvidar aquellas hermosas sensaciones, a su lado, pasar las páginas de la partitura mientra èl tocaba ... sentir su Alma. Murió el 17 de mayo de 2015. En esos días yo estaba de vacaciones en Granada justo para saber de él, ya que hacíe años no contestaba ni a cartas ni a teléfonadas.
El día anterior a ese 17 de mayo, estube al hospital, como los dias anteriores. No era consciente, lo mirè, sabía que me percibía, me sentía cerca, su Alma seguía amándome.
A distanza de 14 años ... me ha esperado para ir a el encuentro de su hermana muerte.
Grazie Juan
Ginetto
En 1988 comencé a frecuentar la misa de las 13:00 hs. en la S.I. Catedral de Granada. Yo, con 16 años, y amante del mundo cofrade y su barroca puesta en escena, encontraba excesivamente simple el ceremonial de la misa de todo un arzobispo.
No obstante, el incipiente coro de la seo granadina adornaba la celebración en contraste con las ausencias litúrgicas del altar. Y, poco a poco, de manera apenas imperceptible, los sonidos que venían de un instrumento casi desconocido para mí, empezaron a penetrar mi sensibilidad y a producirme un gran bienestar interior y físico. Así, iba a la Catedral casi todos los domingos para ser bañado por la música de aquel órgano. Después empecé a llegar antes, para escuchar la ambientación previa a la eucaristía. La felicidad comenzada cuando veía a D. Juan Alfonso cruzar delante del altar mayor con su carpeta negra recogida en alto en un brazo y las oscuras llaves en la otra mano.
El ritual musical del domingo comenzaba con el sonido del abrir de la puerta de acceso al órgano; se encendía una luz de interruptor sonoro y se subían unos peldaños de madera de rebote sordo que eran el preludio del ascenso a lo espiritual y lo fascinante a que nos llevaría la interpretación, siempre finísima y elegante, del canónigo organista de la Catedral de Granada.
Mucho más escribiría, pero lo dejo para otra ocasión DEP D. Juan-Alfonso García.
Un gran compositor, sin lugar a la duda.
El mejor homenaje que se le podía hacer. Juan Alfonso sigue vivo, y todas estas palabras y esta música son la prueba de ello...