Fiesta y protesta en Vallecas

La realización televisiva del Rayo-Mallorca de Copa apenas permitió percibir el estado de crispación en el Estadio de Vallecas durante toda la primera parte. Incluso ya en la previa. Cuando Raúl Martín Presa, presidente de la entidad, accedió al palco. Los motivos son las tensas relaciones que mantiene la política de la directiva con los aficionados rayistas y, en especial, con el sector de animación encabezado por Bukaneros en el fondo norte.
Durante la semana desde Vallecas se recriminó que no se pusieran a la venta entradas para la afición visitante, como se ve que ya es habitual. Lo cual fue cuestionado por los hinchas locales entiendiendo que era un partido histórico para ambos equipos y su gente. De hecho, fueron contados los mallorquinistas que pudieron estar presentes en las gradas y, por ejemplo, la federación de peñas rayista tuvo que echar una mano a la Peña Mallorquinista Meseta, de Madrid, para lograr conseguir algunas.
El regreso al banquillo del equipo femenino de Carlos Santiso volvió a prender la mecha durante la semana. El técnico estaba en el punto de mira al publicarse un audio de su propia voz donde incitaba a realizar una violación en grupo. La indignación alcanzó repercusión nacional y Martín Presa decidió prohibir la entrada al campo de cualquier prenda o material del grupo Bukaneros. Fue la gota que colmó el vaso de una noche ya de por sí tensa hacia la zona noble del estadio.
Los aficionados del fondo norte accedieron tarde a su zona debido a los controles policiales y lo hicieron con el torso desnudo al haber tenido que dejar sus camisetas en la puerta. Hasta mediada la primera parte dejaron vació su sector central detrás de la portería, que no ocuparon hasta casi el penalti que Óscar Trejo transformó para convertir de nuevo en fiesta lo que, durante casi una hora, había sido reivindicación. Al final del partido se unieron en comunión afición y jugadores, sin la directiva de por medio, celebrando el histórico pase a semifinales.