Qué introducción más bonita!!! Y qué interpretación más preciosa de nuestro querido Ricardo Cantalapiedra!!!! Mejor no se puede decir ni cantar. BRAVO, BROTES, ADELANTE CON VUESTRO EJEMPLO Y MÚSICA!!!
Gregorio, la introducción bace de la vida, de las certezas y las ausencias. Siempre nos encantó el Maranatá de este autor. Después, compusimos dos más de nuestra cosecha.¿ Los conoces?
Siguiendo una profecía antigua, le pusieron por nombre Enmanuel, Dios-con-nosotros. Pero a veces miramos alrededor y sólo nos vemos a nosotros mismos. ¿Dónde anda Dios?
Qué largos se hacen los advientos, sobre todo el gran adviento de la tierra entera. Y, al mismo tiempo, qué impacientes somos, y qué superficiales. Cuánta prisa y qué deprisa cambia todo: ideas, personas, personajes, personajillos, costumbres, modas, el precio de la luz y las tallas de la ropa... Vamos a todas partes corriendo y corriendo lo queremos todo. No tenemos tiempo, sólo tenemos prisa. Necesitamos advientos que nos curen la prisa. La paz no quiere nacer con prisa. ¿Nos extraña entonces que el Señor nos haga esperar a nosotros, los esclavos del reloj, del plazo, del récord, de la velocidad? Nuestra esperanza apresurada no es nada, o es un sentimiento fácil, sin la garantía de un vivir la espera que la purifique, que enraíce la fe y agigante el Amor, que sostenga el ánimo y dé frutos de paz. Un saber esperar del que la naturaleza es maestra. Dios viene en la medida que se le desea, se le espera y se le prepara. Dios nace donde sabe que se le va a acoger y se le va a escuchar. Maranathá (ven, Señor Jesús) no es una expresión de la liturgia. Es la exclamación de los que miran hacia dentro y hacia fuera, con sosiego y coraje, y son capaces de afirmar: - Nuestra esperanza es una Palabra, que penetra en el corazón y alimenta, consuela, ilumina y transforma. - Nuestra esperanza es un Viento, que sopla con fuerza y a la vez refrigera y enardece, nos fortalece y nos hace perseverar. - Nuestra esperanza es un Padre que se apellida Misericordia, pero que no mira nuestros apellidos, que tiene siempre la mano extendida a todos y no lleva la cuenta de nuestras torpezas. Un Padre que hizo con nosotros un compromiso de permanencia. - Nuestra esperanza ahora es un Niño, que se nos ha prometido y se nos ha dado. Nuestra esperanza tiene un nombre: Enmanuel, que le dará sentido a la espera, a la lucha, a la inseguridad de este presente, a las penas y a las alegrías, a tanta palabra vacía. Un Salvador que culmine la Promesa: Dios con nosotros, porque su proyecto no es otro que ser nosotros mismos. Y para terminar ese proyecto, mire usted por dónde, Dios sí tiene prisa... Antonio Sabán galilea@me.com
Echo de menos la voz de Ricardo Cantalapiedra, pero la canción me parece extraordinaria
Qué introducción más bonita!!!
Y qué interpretación más preciosa de nuestro querido Ricardo Cantalapiedra!!!!
Mejor no se puede decir ni cantar. BRAVO, BROTES, ADELANTE CON VUESTRO EJEMPLO Y MÚSICA!!!
Gregorio, la introducción bace de la vida, de las certezas y las ausencias. Siempre nos encantó el Maranatá de este autor. Después, compusimos dos más de nuestra cosecha.¿ Los conoces?
@@brotesdeolivo1971 No. Pero los buscaré. Merece la pena. Gracias.
Maranatha ven señor Jesús gracias a la doncella de Nazareth que le dijo si al ángel que se haga en elle según su palabra
Preciosa!!!!
Siguiendo una profecía antigua, le pusieron por nombre Enmanuel, Dios-con-nosotros. Pero a
veces miramos alrededor y sólo nos vemos a nosotros mismos. ¿Dónde anda Dios?
Qué largos se hacen los advientos, sobre todo el gran adviento de la tierra entera. Y, al mismo
tiempo, qué impacientes somos, y qué superficiales. Cuánta prisa y qué deprisa cambia todo: ideas,
personas, personajes, personajillos, costumbres, modas, el precio de la luz y las tallas de la ropa...
Vamos a todas partes corriendo y corriendo lo queremos todo. No tenemos tiempo, sólo tenemos
prisa.
Necesitamos advientos que nos curen la prisa. La paz no quiere nacer con prisa. ¿Nos extraña
entonces que el Señor nos haga esperar a nosotros, los esclavos del reloj, del plazo, del récord, de la
velocidad? Nuestra esperanza apresurada no es nada, o es un sentimiento fácil, sin la garantía de
un vivir la espera que la purifique, que enraíce la fe y agigante el Amor, que sostenga el ánimo y dé
frutos de paz. Un saber esperar del que la naturaleza es maestra.
Dios viene en la medida que se le desea, se le espera y se le prepara. Dios nace donde sabe que se le
va a acoger y se le va a escuchar. Maranathá (ven, Señor Jesús) no es una expresión de la liturgia.
Es la exclamación de los que miran hacia dentro y hacia fuera, con sosiego y coraje, y son capaces
de afirmar:
- Nuestra esperanza es una Palabra, que penetra en el corazón y alimenta, consuela, ilumina y
transforma.
- Nuestra esperanza es un Viento, que sopla con fuerza y a la vez refrigera y enardece, nos fortalece
y nos hace perseverar.
- Nuestra esperanza es un Padre que se apellida Misericordia, pero que no mira nuestros apellidos,
que tiene siempre la mano extendida a todos y no lleva la cuenta de nuestras torpezas. Un Padre
que hizo con nosotros un compromiso de permanencia.
- Nuestra esperanza ahora es un Niño, que se nos ha prometido y se nos ha dado. Nuestra
esperanza tiene un nombre: Enmanuel, que le dará sentido a la espera, a la lucha, a la inseguridad
de este presente, a las penas y a las alegrías, a tanta palabra vacía. Un Salvador que culmine la
Promesa: Dios con nosotros, porque su proyecto no es otro que ser nosotros mismos. Y para
terminar ese proyecto, mire usted por dónde, Dios sí tiene prisa...
Antonio Sabán
galilea@me.com
Excelente reflexión!
4:43 Comienza canción