Alfonsina Storni: Carta lírica a otra mujer

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  • Опубликовано: 24 июн 2024
  • Voz: Manuel López Castilleja
    Música: Pachelbel_Canon in D
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    Vuestro nombre no sé, ni vuestro rostro
    Conozco yo, y os imagino blanca,
    Débil como los brotes iniciales,
    Pequeña, dulce… Ya ni sé… Divina.
    En vuestros ojos placidez de lago
    Que se abandona al sol y dulcemente
    Le absorbe su oro mientras todo calla.
    Y vuestras manos, finas, como aqueste
    Dolor, el mío, que se alarga, alarga,
    Y luego se me muere y se concluye
    Así, como lo veis; en algún verso.
    Ah, ¿sois así? Decidme si en la boca
    Tenéis un rumoroso colmenero.
    Si las orejas vuestras son a modo
    De pétalos de rosas ahuecados…
    Decidme si lloráis, humildemente.
    Mirando las estrellas tan lejanas.
    Y si en las manos tibias se os aduermen
    Palomas blancas y canarios de oro.
    Porque todo eso y más, vos sois, sin duda:
    Vos, que tenéis el hombre que adoraba
    Entre las manos dulces, vos la bella
    Que habéis matado, sin saberlo acaso,
    Toda esperanza en mí… Vos, su criatura.
    Porque él es todo vuestro: cuerpo y alma
    Estáis gustando del amor secreto
    Que guardé silencioso… Dios lo sabe
    Por qué, que yo no alcanzo a penetrarlo.
    Os lo confieso que una vez estuvo
    Tan cerca de mi brazo, que a extenderlo
    Acaso mía aquélla dicha vuestra
    Me fuera ahora… ¡sí! acaso mía…
    Mas ved, estaba el alma tan gastada
    Que el brazo mío no alcanzó a extenderse:
    La sed divina, contenida entonces,
    Me pulió el alma… ¡Y él ha sido vuestro!
    ¿Comprendéis bien? Ahora, en vuestros brazos
    El se adormece y le decís palabras
    Pequeñas y menudas que semejan
    Pétalos volanderos y muy blancos.
    Acaso un niño rubio vendrá luego
    A copiar en los ojos inocentes
    Los ojos vuestros y los de él
    Unidos en un espejo azul y cristalino…
    ¡Oh, ceñidle la frente! ¡Era tan amplia!
    ¡Arrancaban tan firmes los cabellos
    A grandes ondas, que a tenerla cerca
    No hiciera yo otra cosa que ceñirla!
    Luego dejad que en vuestras manos vaguen
    Los labios suyos; él me dijo un día
    Que nada era tan dulce al alma suya
    Como besar las femeninas manos…
    Y acaso, alguna vez, yo, la que anduve
    Vagando por afuera de la vida,
    -Como aquellos filósofos mendigos
    Que van a las ventanas señoriales
    A mirar sin envidia toda fiesta-
    Me allegue humildemente a vuestro lado
    Y con palabras quedas, susurrantes,
    Os pida vuestras manos un momento,
    Para besarlas, yo, como él las besa…
    Y al recubrirlas, lenta, lentamente,
    Vaya pensando: aquí se aposentaron
    ¿Cuánto tiempo?, sus labios, ¿cuánto tiempo
    En las divinas manos que son suyas?
    ¡Oh, qué amargo deleite, este deleite
    De buscar huellas suyas y seguirlas
    Sobre las manos vuestras tan sedosas,
    Tan finas, con sus venas tan azules!
    Oh, que nada podría, ni ser suya,
    Ni dominarle el alma, ni tenerlo
    Rendido aquí a mis pies, recompensarme
    Este horrible deleite de hacer mío
    Un inefable, apasionado rastro.
    Y allí en vos misma, sí, pues sois barrera,
    Barrera ardiente, viva, que al tocarla
    Ya me remueve este cansancio amargo,
    Este silencio de alma en que me escudo,
    Este dolor mortal en que me abismo,
    Esta inmovilidad del sentimiento
    ¡Que sólo salta, bruscamente, cuando
    Nada es posible!

Комментарии • 1

  • @mariasepulvedamartinez
    @mariasepulvedamartinez 20 дней назад

    Un poema desgarrador para la mujer que ella hubiese deseado ser.
    ¡ Cuánto dolor Alfonsina !
    Intensa y dolorosa se fue a dormir en las aguas del mar.
    Gracias Amigo.