La libertad. Qué tema tan complejo. Muy tratado ya por numerosísimos filósofos en la historia. No estoy muy informado de las diversas corrientes filosóficas y de quién dijo qué sobre la libertad, seguro que sería interesante aprender historia de la filosofía y admirar las ideas de otros (quizá rebatirlas). Por suerte, la filosofía se hace sin necesitar saber nada más, la filosofía es una especie de introspección, al menos la filosofía como la entiendo yo, como me gusta a mí. No hablo de la filosofía con el significado que en realidad le atribuye su etimología (amor por el saber), que desde luego eso está genial, sino que me refiero a filosofía como esa pasión que uno siente sobre algo. Me refiero, por ejemplo, a quedarse anonadado ante algo, plantearse porqué existimos, ese sentimiento, cuando se te eriza la piel por el asombro de una cuestión, ese tipo de filosofía es la que más me gusta: la que sale del corazón. Hace tiempo que no hago escritos o reflexiones filosóficas, pero a menudo hay oportunidades brillantes para pararse a pensar, a filosofar. La ética: ¿debería o no hacer esto? ¿Está bien o mal? ¿Qué es la moral? ¿Hay valores morales buenos y malos? La ética es un mundo absolutamente enorme, pero es que creo que involucra irremediablemente a la psicología. Uno puede preguntarse, por ejemplo en el amor, si una decisión es correcta o no, y muchas veces puede que la decisión sea correcta (si ponemos como base para que una decisión sea correcta que no te hace daño ni a ti ni a otra persona) y el único impedimento o duda para tomar esa decisión será una barrera psicológica, un miedo. Habrá ocasiones en que uno dude y atribuya su duda a no saber si su decisión es ética o no, pero en realidad creo que muchas veces el problema no es la ética (que no considero universal) sino la psicología de esa persona, su valor para tomar esa decisión, sus “cojones” hablando en plata y discúlpenme la expresión. La realidad es un constructo social, como no tengo base en psicología no puedo justificarles esto ni darles una fuente que lo respalde porque la desconozco, pero es conocido que la realidad es un constructo social, y digo esto para que tomemos conciencia de que muchas veces no es que una decisión esté absolutamente bien o mal, sino que estará bien o mal dependiendo de este constructo social variable. Matar a una hormiga, habrá grupos de personas a los que les parezca horrible y grupos de personas a los que no les importa en absoluto. Quizá no todo el mundo, pero me atrevería a asegurar que todo aquel que está leyendo este texto ha matado algún ser vivo en su vida, sobretodo de niño, o de adulto también, hormigas, mosquitos, cucarachas. Llegamos a convenios sociales que nos dicen qué se puede matar y qué no, y no suele haber una justificación para la diferencia, solo es un convenio, una construcción social. Al final, creo que esto es a lo que me refiero, la falta de confianza, de coraje para tomar ciertas decisiones, surge de la consideración por la construcción social. Alguien puede no tomar una decisión que no tiene porqué ser negativa solamente por la influencia de la sociedad en la conciencia del decisor. Uno no sale a la calle y grita, uno suele evitar llorar a plena luz del día aunque tenga ganas, y no se me ocurren motivos objetivos para no hacerlo, solo lo impide la consideración de las opiniones de los demás. ESO son los valores morales. En realidad hasta la última frase no se me había ocurrido del todo, pero sí, podemos hilar todos esos miedos a valores morales, valores con los que muchísimas veces ni nosotros mismos estamos de acuerdo y eso nos perjudica mentalmente porque no hacemos lo que queremos. Al final, defiendo, son los valores morales lo que nos limita, o nos guía no necesariamente a donde queremos llegar. Son estos valores morales los que nos impiden tomar ciertas decisiones porque no son aceptadas, tenemos interiorizado que no están bien, no son correctas. El constructo social a veces puede llegar a ser muy fuerte, como por ejemplo en tema de impuestos. Pero para hablar de esto voy a pedir al lector que se aleje por un momento completamente de cualquier concepción de cómo es o ha de ser la sociedad. Llegados a este punto podemos valorar que lo prioritario es la libertad. Entonces, los impuestos, aunque luego podamos justificar su necesidad, y su abuso, no dejan de ser una invención de la sociedad, que en este caso otorga mucho poder a ciertas personas y todos estamos acostumbrados a pagar porque “es lo que toca”. Y por ello me planteo, seguramente haya ciertas personas que nos “imponen” unos valores y costumbres simplemente porque les beneficia. Digo, en principio los impuestos nos beneficiarían a todos, pero no tiene sentido negar que la gestión de estas recaudaciones es absolutamente paupérrima. Le damos poder a unos pocos y no cumplen sus funciones adecuadamente, y creo que eso es innegable, aunque puede ser solamente mi percepción aseguraría que si alguien no ve las grandes lacras en la gestión de los recursos es o bien por mera ignorancia o por la misma sumada a un fanatismo por el gobernante de turno, o simplemente se beneficia de ello. Este sería un tema a investigar profundamente pero al parecer en España cada año se pierden unos 90 mil millones de euros por corrupción, muchísimo más que en países de la unión europea que recaudan más. Es decir, los valores solo nos convierten en algo que no queremos ser, la libertad y la ética creo que serían lo que nos llevaría a actuar de la forma que más nos beneficiaría a nosotros y a los demás. No puede ser que abuses de tu libertad para, por ejemplo, imponer a los demás impuestos u otras cosas y beneficiarte de ello, coartando su libertad mientras tú abusas de la tuya sin escrúpulos. La idea de la libertad es que no has de hacer nada que no quieras hacer, nada que te perjudique, pero no tienes que obligar a otra persona a hacer nada. Eso sería libertad. Si se consiguiese una libertad que podemos considerar ideal o utópica uno podría llorar sin vergüenza en la calle, no habría problema, no se pararía a pensar que no debe porque sería absurdo pensar que llorar en la calle está mal, porque no lo está, no se me ocurre justificación para esa afirmación si alguien se atreve a afirmarlo. Ni si quiera durante una misa está mal llorar o gritar, claro que sí hay que respetar a los demás y no te vas a poner a gritar para molestar, pero en el caso de llorar, no tienes tú que callarte solo porque debes respetar a un dios de existencia dudosa o a unas personas que creen que hay un señor invisible que creó el mundo en 7 días. No me meto en si dios existe o no, pero en realidad sí pienso que la religión no es más que un constructo social y no debe ser una prioridad sobre la libertad de absolutamente nadie. La libertad de nadie es prioritaria sobre la de nadie más, son igual de importantes, y si juntamos la libertad con valores de respeto y educación nadie tiene que ser pisoteado. La cuestión en la libertad ideal es que la cooperación y el respeto han de estar completamente integrados en todas las personas para evitar abusos de poder. La libertad, poder evitar hacer lo que uno no quiere hacer, poder hacer lo que uno quiere sin perjudicar a otro en la medida de lo posible (idealmente, en absoluto).
La libertad. Qué tema tan complejo. Muy tratado ya por numerosísimos filósofos
en la historia. No estoy muy informado de las diversas corrientes filosóficas y de
quién dijo qué sobre la libertad, seguro que sería interesante aprender historia de
la filosofía y admirar las ideas de otros (quizá rebatirlas). Por suerte, la filosofía se
hace sin necesitar saber nada más, la filosofía es una especie de introspección, al
menos la filosofía como la entiendo yo, como me gusta a mí. No hablo de la
filosofía con el significado que en realidad le atribuye su etimología (amor por el
saber), que desde luego eso está genial, sino que me refiero a filosofía como esa
pasión que uno siente sobre algo. Me refiero, por ejemplo, a quedarse anonadado
ante algo, plantearse porqué existimos, ese sentimiento, cuando se te eriza la piel
por el asombro de una cuestión, ese tipo de filosofía es la que más me gusta: la
que sale del corazón.
Hace tiempo que no hago escritos o reflexiones filosóficas, pero a menudo hay
oportunidades brillantes para pararse a pensar, a filosofar. La ética: ¿debería o no
hacer esto? ¿Está bien o mal? ¿Qué es la moral? ¿Hay valores morales buenos y
malos?
La ética es un mundo absolutamente enorme, pero es que creo que involucra
irremediablemente a la psicología. Uno puede preguntarse, por ejemplo en el
amor, si una decisión es correcta o no, y muchas veces puede que la decisión sea
correcta (si ponemos como base para que una decisión sea correcta que no te
hace daño ni a ti ni a otra persona) y el único impedimento o duda para tomar esa
decisión será una barrera psicológica, un miedo. Habrá ocasiones en que uno
dude y atribuya su duda a no saber si su decisión es ética o no, pero en realidad
creo que muchas veces el problema no es la ética (que no considero universal)
sino la psicología de esa persona, su valor para tomar esa decisión, sus “cojones”
hablando en plata y discúlpenme la expresión. La realidad es un constructo
social, como no tengo base en psicología no puedo justificarles esto ni darles una
fuente que lo respalde porque la desconozco, pero es conocido que la realidad es
un constructo social, y digo esto para que tomemos conciencia de que muchas
veces no es que una decisión esté absolutamente bien o mal, sino que estará bien
o mal dependiendo de este constructo social variable. Matar a una hormiga, habrá
grupos de personas a los que les parezca horrible y grupos de personas a los que
no les importa en absoluto. Quizá no todo el mundo, pero me atrevería a asegurar
que todo aquel que está leyendo este texto ha matado algún ser vivo en su vida,
sobretodo de niño, o de adulto también, hormigas, mosquitos, cucarachas.
Llegamos a convenios sociales que nos dicen qué se puede matar y qué no, y no
suele haber una justificación para la diferencia, solo es un convenio, una
construcción social. Al final, creo que esto es a lo que me refiero, la falta de
confianza, de coraje para tomar ciertas decisiones, surge de la consideración por
la construcción social. Alguien puede no tomar una decisión que no tiene porqué
ser negativa solamente por la influencia de la sociedad en la conciencia del
decisor. Uno no sale a la calle y grita, uno suele evitar llorar a plena luz del día
aunque tenga ganas, y no se me ocurren motivos objetivos para no hacerlo, solo lo
impide la consideración de las opiniones de los demás. ESO son los valores
morales. En realidad hasta la última frase no se me había ocurrido del todo, pero
sí, podemos hilar todos esos miedos a valores morales, valores con los que
muchísimas veces ni nosotros mismos estamos de acuerdo y eso nos perjudica
mentalmente porque no hacemos lo que queremos. Al final, defiendo, son los
valores morales lo que nos limita, o nos guía no necesariamente a donde
queremos llegar. Son estos valores morales los que nos impiden tomar ciertas
decisiones porque no son aceptadas, tenemos interiorizado que no están bien, no
son correctas.
El constructo social a veces puede llegar a ser muy fuerte, como por ejemplo en
tema de impuestos. Pero para hablar de esto voy a pedir al lector que se aleje por
un momento completamente de cualquier concepción de cómo es o ha de ser la
sociedad. Llegados a este punto podemos valorar que lo prioritario es la libertad.
Entonces, los impuestos, aunque luego podamos justificar su necesidad, y su
abuso, no dejan de ser una invención de la sociedad, que en este caso otorga
mucho poder a ciertas personas y todos estamos acostumbrados a pagar porque
“es lo que toca”. Y por ello me planteo, seguramente haya ciertas personas que
nos “imponen” unos valores y costumbres simplemente porque les beneficia.
Digo, en principio los impuestos nos beneficiarían a todos, pero no tiene sentido
negar que la gestión de estas recaudaciones es absolutamente paupérrima. Le
damos poder a unos pocos y no cumplen sus funciones adecuadamente, y creo
que eso es innegable, aunque puede ser solamente mi percepción aseguraría que
si alguien no ve las grandes lacras en la gestión de los recursos es o bien por mera
ignorancia o por la misma sumada a un fanatismo por el gobernante de turno, o
simplemente se beneficia de ello. Este sería un tema a investigar profundamente
pero al parecer en España cada año se pierden unos 90 mil millones de euros por
corrupción, muchísimo más que en países de la unión europea que recaudan
más. Es decir, los valores solo nos convierten en algo que no queremos ser, la
libertad y la ética creo que serían lo que nos llevaría a actuar de la forma que más
nos beneficiaría a nosotros y a los demás. No puede ser que abuses de tu libertad
para, por ejemplo, imponer a los demás impuestos u otras cosas y beneficiarte de
ello, coartando su libertad mientras tú abusas de la tuya sin escrúpulos. La idea
de la libertad es que no has de hacer nada que no quieras hacer, nada que te
perjudique, pero no tienes que obligar a otra persona a hacer nada. Eso sería
libertad. Si se consiguiese una libertad que podemos considerar ideal o utópica
uno podría llorar sin vergüenza en la calle, no habría problema, no se pararía a
pensar que no debe porque sería absurdo pensar que llorar en la calle está mal,
porque no lo está, no se me ocurre justificación para esa afirmación si alguien se
atreve a afirmarlo. Ni si quiera durante una misa está mal llorar o gritar, claro que sí
hay que respetar a los demás y no te vas a poner a gritar para molestar, pero en el
caso de llorar, no tienes tú que callarte solo porque debes respetar a un dios de
existencia dudosa o a unas personas que creen que hay un señor invisible que
creó el mundo en 7 días. No me meto en si dios existe o no, pero en realidad sí
pienso que la religión no es más que un constructo social y no debe ser una
prioridad sobre la libertad de absolutamente nadie. La libertad de nadie es
prioritaria sobre la de nadie más, son igual de importantes, y si juntamos la
libertad con valores de respeto y educación nadie tiene que ser pisoteado. La
cuestión en la libertad ideal es que la cooperación y el respeto han de estar
completamente integrados en todas las personas para evitar abusos de poder. La
libertad, poder evitar hacer lo que uno no quiere hacer, poder hacer lo que uno
quiere sin perjudicar a otro en la medida de lo posible (idealmente, en absoluto).