Creo que Tomás de Aquino o Maimónides son más equilibrados en su concepción de Dios, armonizando su voluntad con su justicia o su sabiduría. Ockham llegó al extremo de afirmar que las leyes del decálogo son arbitrarias, basadas únicamente en la voluntad de Dios, de manera que igualmente podría Dios haber decretado que mentir o asesinar es bueno.
Creo que Tomás de Aquino o Maimónides son más equilibrados en su concepción de Dios, armonizando su voluntad con su justicia o su sabiduría. Ockham llegó al extremo de afirmar que las leyes del decálogo son arbitrarias, basadas únicamente en la voluntad de Dios, de manera que igualmente podría Dios haber decretado que mentir o asesinar es bueno.