Por si algún disfuncional no comprende el silencio inicial y que los ponentes y moderador hayan estado de pie (un minuto, pista que no deja mucho lugar a dudas), y en el caso remoto que haya muchos interesados en la visión y exploración del cosmos en el XVII (cuando aflora el empirismo en el mundo civilizado y va sumándose la ciencia al pensamiento), ha tenido que ser por respeto a los damnificados por el diluvio de Valencia y aledaños (eso no estaba de más haberlo conservado en la edición, que enseguida se queman conventos y templos del saber). Es que no se puede articular ni trabar un conocimiento medio aseado (lo mínimo para escribir lo que le parece a uno en comentarios) ni sobre ecología, ni medio ambiente, ni climatología, ni siquiera sobre hidrología o ingeniería sin disponer en el fondo de armario las líneas evolutivas del pensamiento humano en la astronomía (ya sea humanístico o sólo acabado en ano), y, menos, aseverar como si se tuviera criterio. La astronomía, la ciencia que empezó observando los elementos invariables (y algunos variables) de lo que se podía ver en el cielo (por el XVII todavía bastante anclado en una visión bastante pictórica de bóveda celeste), de una forma que continuaba con la anlítica descriptiva ( e hipotética) nada desdeñabale que venía de la antigüedad clásica, la edad media y el renacimiento (el XVII España apenas era renacentista en provincias); pero cuando alguno ya podía recibir libros impresos (en algunos países algunos más y bastantes ediciones). Esa incorporación de lo sistemático, de lo racional (descartando el teismo), ese antropocentrismo que tuvo que vérselas con la intransigencia y el oscurantismo de la fe y las creencias lo que adelantó y facilitó en gran parte subsumiendo lo árduo al adelantando al empirismo y la fenomenología del XVIII, el tecnicismo del XIX, y el atrevimiento del XX. ¿Interviene mucho en lo cotidiano conocer el sistema solar, la galaxia nuestra, o lo que se va sabiendo del universo?, Pues, hombre, yo mismo, que soy de Arte y Estética, más allá de lo que voy aprendiendo en canales de divulgación como Astrum o Jodisea, no se del Cosmos (del Caos algo más) como para ser ponente (más siendo rigorista y postulando que, poner, ponen las gallinas); pero entiendo para andar por casa conceptos como el de la gravedad, las distancias, las órbitas, la inclinación de unos u otros planetas, en fin, cositas básicas que deberían de estar disponibles en el pensamiento de cada votante aunque sea de forma general si se quiere comprender lo básico de los planetas. Luego ya , si es que se retiene un mínimo de lo de la escuela básica, se puede uno adentrar con mimbres en lo básico del clima, de la estacionalidad, del paisaje (que ya entra en la geografía humana-económica). Que no se trata de interpretar alertas pluviales; ahora que el climograma del sitio en el que vive uno, qué menos, aunque sea por encima, En lo que interviene acordarse de Newton y la Ley de la Gravedad, en Galileo, en Kepler, es en ser un ciudadano, en ser un liberto, en no caer en aberreos delirantes de neo oscurantistas, tardo jipis, de destemplados (agitados por youtuberos catetos e influenciadores sin registros, ni pudor, cuando al servicio de intereses espurios). La astronomía y el resto de parcelas del saber ayudan a no ser tan vulnerables a los bulos y a ser más feliz por haber empezado a entender algo lo que le rodea a uno. Y raro es que le interese a uno lo sideral y, por muy ordenado y cientifista que se sea, abandone del todo lo desiderativo, hay un género maravilloso aparte de fantástico: la ciencia ficción, la narrativa despues de C. Nolan ya no va a ser la misma y muchos van a seguir con el sueño del viaje lejano sin caer en la memez o la astracanada. Así que, malos estudiantes (que eso de que las apariencias engañan, unos cojones...) a repasar lo de la escuela que no fue poco y, en vez de escuchar a bocachanclas, ved o escuchad a estos académicos de ateneo, que encima los hay que hasta son, o están en Cádiz, que tiene la torre Tavira que está más cerca de Júpiter y de los nublaós que Puerta Tierra o la plaza de san Francisco. Que para tocarle la teta a alguna bien que os habéis valido de las estrellas y de la luna, pájaros... Y, como todo no va a ser sesudo, hay canales para la risa como La liga Inglesa, el de Mota o los que reponen la hora Chanante, Muchachada Nui, los debates del C.O.A.C.) o las letras del Love o el Bizcocho (aunque no sea ni de Puerto Real...), que no todo se resume en Antonio Martínez Ares o el difunto Juan Carlos Aragón, que era profesor de secundaria. En Cuanto al ponente, se agradece la divulgación y que sea gaditano; si hubiera sido de Huelva, habría que que haber activado el traductor, y el de Google es peor que unas instrucciones de Aliexpress.
Por si algún disfuncional no comprende el silencio inicial y que los ponentes y moderador hayan estado de pie (un minuto, pista que no deja mucho lugar a dudas), y en el caso remoto que haya muchos interesados en la visión y exploración del cosmos en el XVII (cuando aflora el empirismo en el mundo civilizado y va sumándose la ciencia al pensamiento), ha tenido que ser por respeto a los damnificados por el diluvio de Valencia y aledaños (eso no estaba de más haberlo conservado en la edición, que enseguida se queman conventos y templos del saber).
Es que no se puede articular ni trabar un conocimiento medio aseado (lo mínimo para escribir lo que le parece a uno en comentarios) ni sobre ecología, ni medio ambiente, ni climatología, ni siquiera sobre hidrología o ingeniería sin disponer en el fondo de armario las líneas evolutivas del pensamiento humano en la astronomía (ya sea humanístico o sólo acabado en ano), y, menos, aseverar como si se tuviera criterio.
La astronomía, la ciencia que empezó observando los elementos invariables (y algunos variables) de lo que se podía ver en el cielo (por el XVII todavía bastante anclado en una visión bastante pictórica de bóveda celeste), de una forma que continuaba con la anlítica descriptiva ( e hipotética) nada desdeñabale que venía de la antigüedad clásica, la edad media y el renacimiento (el XVII España apenas era renacentista en provincias); pero cuando alguno ya podía recibir libros impresos (en algunos países algunos más y bastantes ediciones).
Esa incorporación de lo sistemático, de lo racional (descartando el teismo), ese antropocentrismo que tuvo que vérselas con la intransigencia y el oscurantismo de la fe y las creencias lo que adelantó y facilitó en gran parte subsumiendo lo árduo al adelantando al empirismo y la fenomenología del XVIII, el tecnicismo del XIX, y el atrevimiento del XX.
¿Interviene mucho en lo cotidiano conocer el sistema solar, la galaxia nuestra, o lo que se va sabiendo del universo?, Pues, hombre, yo mismo, que soy de Arte y Estética, más allá de lo que voy aprendiendo en canales de divulgación como Astrum o Jodisea, no se del Cosmos (del Caos algo más) como para ser ponente (más siendo rigorista y postulando que, poner, ponen las gallinas); pero entiendo para andar por casa conceptos como el de la gravedad, las distancias, las órbitas, la inclinación de unos u otros planetas, en fin, cositas básicas que deberían de estar disponibles en el pensamiento de cada votante aunque sea de forma general si se quiere comprender lo básico de los planetas. Luego ya , si es que se retiene un mínimo de lo de la escuela básica, se puede uno adentrar con mimbres en lo básico del clima, de la estacionalidad, del paisaje (que ya entra en la geografía humana-económica). Que no se trata de interpretar alertas pluviales; ahora que el climograma del sitio en el que vive uno, qué menos, aunque sea por encima,
En lo que interviene acordarse de Newton y la Ley de la Gravedad, en Galileo, en Kepler, es en ser un ciudadano, en ser un liberto, en no caer en aberreos delirantes de neo oscurantistas, tardo jipis, de destemplados (agitados por youtuberos catetos e influenciadores sin registros, ni pudor, cuando al servicio de intereses espurios). La astronomía y el resto de parcelas del saber ayudan a no ser tan vulnerables a los bulos y a ser más feliz por haber empezado a entender algo lo que le rodea a uno.
Y raro es que le interese a uno lo sideral y, por muy ordenado y cientifista que se sea, abandone del todo lo desiderativo, hay un género maravilloso aparte de fantástico: la ciencia ficción, la narrativa despues de C. Nolan ya no va a ser la misma y muchos van a seguir con el sueño del viaje lejano sin caer en la memez o la astracanada.
Así que, malos estudiantes (que eso de que las apariencias engañan, unos cojones...) a repasar lo de la escuela que no fue poco y, en vez de escuchar a bocachanclas, ved o escuchad a estos académicos de ateneo, que encima los hay que hasta son, o están en Cádiz, que tiene la torre Tavira que está más cerca de Júpiter y de los nublaós que Puerta Tierra o la plaza de san Francisco.
Que para tocarle la teta a alguna bien que os habéis valido de las estrellas y de la luna, pájaros...
Y, como todo no va a ser sesudo, hay canales para la risa como La liga Inglesa, el de Mota o los que reponen la hora Chanante, Muchachada Nui, los debates del C.O.A.C.) o las letras del Love o el Bizcocho (aunque no sea ni de Puerto Real...), que no todo se resume en Antonio Martínez Ares o el difunto Juan Carlos Aragón, que era profesor de secundaria.
En Cuanto al ponente, se agradece la divulgación y que sea gaditano; si hubiera sido de Huelva, habría que que haber activado el traductor, y el de Google es peor que unas instrucciones de Aliexpress.
Agradecidos por el minuto de silencio por la Dana de Valencia