Para mí,que pidiera desde el exilio la ayuda del plan Marshall para los Españoles,vigente el régimen del general Franco,ha sido un motivo para replantearme la idea que me había forjado sobre él.Eso sólo lo hace un patriota. Muchas gracias por este vídeo.
Limpiese la boca para hablar de Negrín. Presidente de la Fundación Pablo Iglesias... Si estos personajes tardofranquistas son los que mejor representan a la antigua izquierda, se explica esta deriva antidemocrática en España.
Cuanto daño ha hecho EL FRANQUISMO con sus CUENTOS!!!... La unica manera de conocer la historia reciente, es a traves de LOS DOCUMENTOS, como hace por ejemplo el diplomatico, economista e historiador ÁNGEL VIÑAS... OTROS, a contar CUENTOS como LOS DE "MARIA SARMIENTO"... MEDITEMOS
La figura de Juan Negrín ha sido reivindicada más recientemente por estudios como los de Santiago Álvarez, Ricardo Miralles, Manuel Tuñón de Lara, Juan Marichal, Ángel Viñas, David Jorge, Paul Preston, Gabriel Jackson o Enrique Moradiellos, afirmando que se trata de uno de los mayores y más preparados estadistas en la España del siglo xx.
¿Prolongar la guerra inútilmente? En primer lugar, la culpa de la guerra la tienen los que la provocan, y estos no son ni más ni menos que los que llevan a cabo el golpe militar de 1936, los Franco, Mola, Yagüe, Sanjurjo, Queipo, Calvo Sotelo y demás ralea. No habría habido "prolongación" de la guerra si no hubiera habido guerra, y no habría habido guerra sin 18 de julio de 1936. Pero, además, ese argumento es tan falaz como estúpido. Hablar de una cosa sabiendo el resultado final es fácil: como se perdió la guerra o no se consiguieron los objetivos de la resistencia, aquello fue un esfuerzo inútil, una carnicería, una obstinación propia de un loco, etc. Siguiendo este razonamiento, con objeto de evitar muertes estúpidas, se podrían haber rendido Churchill cuando Dunkerque o Stalin cuando la Wehrmacht estaba a las puertas de Moscú y podrían no haber combatido la ocupación nazi ni los partisanos de Tito ni la Francia Libre de De Gaulle. También podría hacerlo ahora Zelenski y dejar a los ucranianos a merced de la "desnazificación" de Putin. Pero siguieron o siguen combatiendo aun cuando el resultado podía perfectamente perder la guerra. ¿La diferencia? Que Churchill, Stalin, Tito o De Gaulle ganaron y Negrín, la República (y España al fin y al cabo) acabaron perdiendo. Si estaba tan cantado (y esto lo sabía Negrín, que no era gilipollas) que la República iba a perder, ¿por qué seguir combatiendo? ¡Si lo han dicho aquí y lo han dicho mil veces! Por dos motivos. Uno: porque Negrín piensa que al final Gran Bretaña y Francia se acabaran enfrentando a Italia y Alemania en una nueva guerra, que el apaciguamiento no sirve más que para dar alas al expansionismo y al militarismo fascistas y que, cuando ese momento llegue, británicos y franceses tendrán que asumir como propia la causa republicana, lo que no han hecho hasta ahora. Y por eso la República tiene que seguir en pie y seguir combatiendo. Y dos: porque, si eventualmente esa guerra europea no se produce, al menos que la resistencia sirva para arrancar al enemigo, mediante demostraciones fehacientes en el campo de batalla, condiciones de capitulación que de otro modo no estaría dispuesto a aceptar (en la mente de Franco sólo cabe, y Casado y los suyos lo conocieron de primera mano tras su traición de marzo de 1939, la rendición incondicional del enemigo). No se trataba, por tanto, de seguir la guerra porque sí, por delirios de un loco, por complacer a la URSS y a los comunistas o por estar ciego por la idea descabellada de que se puede ganar una guerra que se va perdiendo ante un enemigo mucho más poderoso, mejor armado y entrenado y cuando tú sólo puedes sostenerte, como dijo el propio Negrín a su ministro de Exteriores, Álvarez del Vayo, "hasta cuando quieran los rusos". Negrín se lo dijo a sus propios correligionarios del PSOE: "¿Resistir para qué? ¿Para entrar triunfalmente en Burgos? Nunca hemos hablado de eso, señores". Resistir era para Negrín, el Ejército Popular y la República el equivalente a la "táctica del murciélago" en el fútbol (los once jugadores colgados del larguero): eres consciente de tu inferioridad y sabes que no vas a ganar el partido, pero intentas desesperadamente arañar un empate o como mal menor encajar la menor cantidad de goles posible. Era una forma de minimizar daños, pretendiendo llevar a los sublevados a un alto el fuego y una negociación que evitara fusilamientos y encarcelamientos en masa, que permitiera al pueblo español decidir de alguna manera su destino mediante plebiscito y que evitara que el futuro democrático de España quedara clausurado por tiempo indefinido. Es decir, se quería salvar algo de democracia y la mayor cantidad de vidas humanas posibles, porque el mayor problema no eran las muertes en el campo de batalla o los bombardeos, sino las que podían venir con posterioridad (y que se habían demostrado con el baño de sangre que se desencadenaba cada vez que los franquistas entraban en una ciudad) y el gravísimo problema que suponía la proscripción y la marginación de millones de españoles de la vida pública o su expulsión del territorio patrio para el desarrollo posterior del país a todos los niveles. Y eso se iba a ver en los años posteriores a la guerra. ¿Queréis pedirle lo mismo al presidente de Ucrania? Adelante, hacedlo. Yo personalmente vería con buenos ojos que hubiera una paz entre Ucrania y Rusia, pero no seamos idiotas. Ucrania no puede rendirse incondicionalmente a Putin. Tiene que seguir peleando porque, de otra forma, no podrá arrancar al Kremlin un armisticio y estar en condiciones para firmar una paz con garantías. Si eso es prolongar la guerra inútilmente o que Zelenski se venda (¿todavía más?) a la OTAN, entonces si podemos decir que Negrín prolongó la guerra inútilmente y que seguía los dictados de Moscú. Pero si una cosa no vale para el primero, tampoco vale para el segundo.
La guerra civil no fue producida por un calenton de un grupo de militares que tu mencionas...La guerra como consecuencia de la amnistía de los condenados por jueces repúblicanos en octubre de 1934.Censura de prensa.Inseguridad y enfrentamiento entre los Unos y los otros con mas de 300 muertos amen de heridos desde Febrero a Julio de 1936 por motivos políticos.Huelgas un día si y otro también.Ocupacion de fincas....Por cierto sabes que alzamiento fracaso en la mayoría de las provincias o que la mayoría del ejército se mantuvo fiel a la República
@@jesusarribasveganzones9382 Es una tontería sin sentido achacar a 1934 y a la amnistía a los presos políticos (muchos de ellos alcaldes socialistas y republicanos que no habían tenido ni arte ni parte en la sublevación de Asturias ni en la de la Generalitat) el origen de la guerra civil. Ya puestos, uno puede retrotaerse al origen de la misma a la Sanjurjada de agosto de 1932, al hecho de que los conspiradores monárquicos y el propio Alfonso XIII estuvieran haciendo contactos con Mussolini para derribar la República desde el mismo día de su proclamación o, sin ir más lejos, a los propios planes de Gil Robles de transformar la República en un régimen corporativo-fascista al estilo de lo que había pasado en la Grecia de Metaxas o del austrofascismo de Engelbert Dolfuss (de hecho, la sublevación de Asturias se hace precisamente bajo el lema "antes Viena que Berlín", porque era mejor morir como los socialistas vieneses, luchando contra el régimen de Dolfuss, antes que hacerlo sin luchar como le había ocurrido a los socialdemócratas y los comunistas en Alemania y temiendo, no sin razón, que la CEDA acabara vaciando de contenido la Constitución y aun suprimiéndola y sustituyéndola al estilo de como se había hecho en Austria). Toda una pléyade de historiadores, entre los que cabe incluir Paul Preston, Eduardo González-Calleja, Julián Casanova, Gabriel Jackson, Alberto Reig Tapia o Ángel Viñas escriben sobre estos extremos, así como sobre el papel que el propio Gil Robles o ministros radicales como Salazar Alonso tuvieron a la hora de reprimir protestas de campesinos o suprimir ayuntamientos y detener concejales y alcaldes de izquierdas aun cuando no tuvieran arte ni parte en las huelgas campesinas de 1933 ni en la sublevación de octubre de 1934. Pero hay más: los desórdenes no eran algo propio y exclusivo de España en 1936. Francia estaba acusando problemas similares tras la elección del Frente Popular y el nombramiento de Leon Blum como primer ministro. De hecho, al igual que los bulos de hoy día que difunden Libertad Digital, EDATV, VozPopuli y demás seudomedios, El Debate o ABC difundían noticias falsas sobre ocupaciones de fábricas, de tierras, huelgas o atentados que tenían lugar al otro lado de los Pirineos, no aquí, todo con ánimo, por supuesto, de sembrar el miedo y la confusión entre las clases medias. Hay que recordar que la censura de prensa estaba establecida por los gobiernos anteriores, tanto el radical-cedista como el del centro portelista, que había decretado el estado de guerra en varias provincias y luego el estado de alarma en todo el país, y ese estado de alarma seguía vigente, entre otras cosas, porque a la propia derecha le interesaba tener a sus pistoleros a sueldo (léase Falange) creando una imagen de desorden y desgobierno que hiciera que, entre el público, calara la necesidad de una solución de orden (aka golpe militar). Pero no conviene pasar por alto de esto a) que los desórdenes y atentados estaban en su mayoría alentados y provocados por una derecha, política, social o institucional (fuerzas armadas, fuerzas de seguridad, funcionarios) que había visto fracasar su vía legalista para transformar la República democrática en un régimen corporativo-fascistizante tras las elecciones de febrero. Según las estadísticas aportadas por César de Vicente Hernando en Puértolas et al, "La República y la cultura. Paz, guerra y exilio" (Istmo/Akal, 2009), "la violencia política en 1936 tiene como autores en un 43 por ciento a policías y militares, 20 por 100 a grupos de izquierda y 17 por 100 a grupos de derecha, y tiene como víctimas en un 56 por 100 a personas de izquierdas, 19 por 100 a grupos de derecha y un 7 por 100 a miembros de la policía y el ejército". Muchos de esos atentados que se sucedieron en la primavera de 1936 estuvieron dirigidos, aunque pocos de ellos se nombran en contraste con el GRAN atentado por antonomasia, el asesinato de Calvo Sotelo, contra personalidades de la izquierda política, como Dolores Ibarruri, Largo Caballero, el propio presidente de la República Manuel Azaña, el vicepresidente de las Cortes Luis Jiménez de Asúa, el capitán del Ejército y miembro de la Unión Militar Repúblicana Antifascista Carlos Faraudo o el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo. Y por otro lado, b) la ley de orden público (que preveía los tres estados, de prevención, alarma y guerra, bajo los cuales se podían suprimir algunas garantías y derechos constitucionales o traspasar incluso el poder a las autoridades militares) no pudo reformarse pese a los deseos del nuevo gobierno y a que era un compromiso electoral del Frente Popular, ya que no hubo tiempo a que se aprobara en el Parlamento antes del estallido de la guerra. El programa del Frente Popular establecía que "se revisará la ley de Orden Público, para que, sin perder nada de su eficacia defensiva, garantice mejor al ciudadano contra la arbitrariedad del Poder, adoptándose también las medidas necesarias para evitar las prórrogas abusivas de los estados de excepción", así como otra provisión muy importante en relación a la polémica Ley de Vagos y Maleantes: "se revisarán, con arreglo a la ley, las sentencias pronunciadas en aplicación indebida de la de Vagos por motivos de carácter político; hasta tanto que se habiliten las instituciones que en dicha ley se prescriben, se restringirá la aplicación de la misma y se impedirá que en lo sucesivo se utilice para perseguir ideales o actuaciones políticas". Naturalmente, un parlamento que empezó a funcionar tardíamente por la revisión de actas de diputados y por una numerosa actividad entre manos (elección del presidente de la República, amnistía, reforma agraria, estatutos autonómicos de Euskadi y Galicia, debates de orden público, etc.) y que no sabía que se iba a interrumpir su actividad, y de qué forma, tan abruptamente, no podía prever que no se iba a debatir ni mucho menos a aprobar la reforma de las leyes de vagos o de orden público. Pero conste en acta que había un compromiso establecido para dicha reforma.
@@jesusarribasveganzones9382 Además, volvamos a los desórdenes: si con tanto desorden, huelga, ocupación de fincas (recomendable leer al profesor Roberto Robledo sobre la aplicación de la reforma agraria en la primavera de 1936 y el papel del Instituto de Reforma Agraria y del Ministro de Agricultura Mariano Ruiz-Funes para conciliar el acceso a la tierra, el pago de una renta a los propietarios y el menor número de incidentes posible) estaba claro que todo iba de mal en peor y estábamos camino de la guerra, ¿cómo se explica que no se suspendieran previamente eventos como la Olimpiada Popular de Barcelona (inauguración prevista el 19 de julio), la final de Copa que disputaron en Mestalla Madrid y Barcelona (21 de junio), la II Vuelta Ciclista a España (5 a 31 de mayo de 1936), la Feria del Libro de Madrid (24 de mayo a 2 de junio) o las obras de la línea 3 del metro de la propia capital (el tramo inicial, Sol-Embajadores, se inauguró el 9 de agosto)? Si acaso podía barruntarse una insurrección, que algunos republicanos, entre ellos el presidente del Consejo, Santiago Casares Quiroga, demasiado optimistas quizá, veían como una especie de Sanjurjada 2.0, pero una guerra civil y con la duración e intensidad que tuvo no se la olía nadie. Consulta a Santos Juliá o a Enrique Moradiellos al respecto. Y, sí, claro que muchos mandos del Ejército permanecieron fieles a la República y a la legalidad constitucional (algunos, por cierto, fueron por ello asesinados por los rebeldes, como Miguel Campins en Granada, Núñez de Prado en Zaragoza, Amado Balmes en Las Palmas, Domingo Batet en Burgos o Manuel Romerales en Melilla), y naturalmente que al comienzo dos tercios del país aproximadamente estaban en manos de las fuerzas republicanas. Pero hay que tener en cuenta que los rebeldes contaban con dos cosas que los republicanos no tenían ni iban a tener. La primera es el ejército de África, con los legionarios y los regulares marroquíes, que eran la élite de las fuerzas armadas (amén de los más feroces y sanguinarios, como se había demostrado en el Rif o en Asturias) y que eran muy superiores a cualquier regimiento del ejército peninsular. La segunda, el apoyo de Alemania, Italia y Portugal y la inacción de los estados democráticos (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos) que, contrariamente a la legalidad internacional vigente, no acudieron en socorro de la República Española. Alemania proveyó a Franco, que comandaba inicialmente el ejército de África, de un puente aéreo que permitió el paso por el estrecho de Gibraltar de las fuerzas africanas a la Península y eludir el bloqueo de la Armada, mayoritariamente republicana, lo que iba a permitir a estas fuerzas ir ascendiendo por Andalucía Occidental y Extremadura hasta Madrid y encontrarse allí con las fuerzas sublevadas del norte y de Castilla la Vieja. Además, el apoyo alemán, italiano y portugués (Portugal era una gigantesca plataforma de desembarco de armamento y pertrechos de toda clase procedentes de la potencias nazi-fascistas, además de proveer de un batallón de voluntarios, los Viriatos, a las fuerzas sublevadas) fue incesante en hombres y en suministros, mientras la República se encontró con que sólo México, de manera testimonial, y la URSS, que estaba algo menos lejos, pero también a una distancia considerable y que también se enfrentó en 1937 y 1938 a una amenaza más próxima y tangible, como era la invasión japonesa de China, eran los únicos que la apoyaban, gracias a esa farsa inmoral e ilegal de la No Intervención. Así que, a la hora de la verdad, importaron - hablando en plata - tres mierdas que la mayoría de las provincias se mantuvieran inicialmente en manos de la República o que la mayoría del ejército o de los altos mandos del mismo se mantuvieran fieles (sobre todo si los hombres a los que mandan no se fían de ellos, como sucedía en más de una ocasión, con razón o sin ella, debido al propio golpe militar, y ahí tenemos los casos del coronel Aranda en Oviedo o del capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés en Andújar para atestiguar cómo de suspicaces podían sentirse los soldados o los milicianos ante esos ejemplos de doble juego y puñaladas por la espalda). Bastante hizo la República, su Ejército Popular, las Brigadas Internacionales, etc. con aguantar casi tres años en tan difíciles y trágicas circunstancias y plantar cara en Madrid, Guadalajara, Brunete, Teruel, Gandesa o Sagunto, cuando Francia no duró ni dos meses y al Imperio Británico y al indomable Churchill le capturaron 80.000 soldados los japoneses en Singapur. Pero bueno, podéis seguir pensando lo que os salga del nardo, porque sé que me vais a hacer (a mí, a Carlos Bahamonde, a Ángel Viñas, a Ricardo Miralles, a Josep Fontana, a Paul Preston, a Enrique Moradiellos, a Julián Casanova, a cualquier historiador de aquí o del extranjero que cuente una historia distinta) el mismo caso que a un ñordo plantado en la acera. Pero, por lo menos, reconoced que es absurdo completamente que el origen de la guerra de España se sitúe en febrero de 1936, en octubre de 1934 o cuando a mis pelotas se le pongan en lugar de cuando todo el consenso histórico lo pone, que es el 18 de julio de 1936. Lo otro pueden ser antecedentes, explicaciones o contexto. Porque es tan absurdo como no situar el origen de la guerra civil estadounidense en el bombardeo de los rebeldes confederados a Fort Sumter el 12 de abril de 1861, y ponerlo tendenciosamente en la elección de Lincoln como presidente de EE.UU., la secesión de once estados esclavistas sureños, la Ley Kansas-Nebraska o incluso la propia fundación de los Estados Unidos como un estado donde se practicaba la esclavitud en parte de su territorio, que son antecedentes, pero no detonantes, de la guerra. O, por irnos a algo más próximo y conocido, no situar el inicio de la SGM en el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana de Polonia, sino irnos al Pacto de Múnich, la invasión de Checoslovaquia, el Pacto Germano-Soviético o el Tratado de Versalles, con objeto de buscar no un análisis de las causas y la situación internacional de entonces (que es para lo que serviría analizar qué impacto tuvieron Versalles, Checoslovaquia, Múnich o el Pacto Ribbentrop-Molotov en el estallido de la SGM) sino un culpable que satisfaga más nuestros deseos en lugar del que o los que realmente comenzaron el jaleo propiamente dicho.
@@carmetorrent6393 Y según la Biblia, el hombre fue hecho de barro y la mujer de una costilla de ese hombre de barro... ¿y tenemos que creer que eso es verdad? ¿Tengo yo que hacer caso a mi padre, por muy padre mío que sea, si me dice que gire a la derecha o a la izquierda, que es por ahí por donde se va a este o al otro sitio? Si su experiencia fue esa, habrá que contrastarla con la de otros muchos testimonios personales, con la bibliografía y con los hechos que sabemos hasta ahora. Si mi padre dice que no soporta las aceitunas, eso no significa que las aceitunas sean una 💩 (otra cosa sería si me dijera que no soporta la 💩, porque es opinión consensuada y hay evidencia sobrada de que la 💩 es muy difícil hacerla pasar por aceitunas).
Muy interesante, da sentido a otros audios y lecturas realizados, los completa en cierta manera...
Viva España democratica
La fundacion pablo iglesias cn tve, cuanto poder teniamos...
Para mí,que pidiera desde el exilio la ayuda del plan Marshall para los Españoles,vigente el régimen del general Franco,ha sido un motivo para replantearme la idea que me había forjado sobre él.Eso sólo lo hace un patriota.
Muchas gracias por este vídeo.
Como siempre nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino fueron solo una ruina
Le animo a que lea más sobre todas las figuras españolas de aquellos años sin prejuicios. Ya verá como se lleva muchas sorpresas
@@jorgepalomo6417 👍 Gracias
El último y unico Patriota.
Que ingenuos algunos catedráticos, hablan de democracia y se estaban matando sin ningún control
Y que tiene que ver?, cuando no llegan los consensos se da "matando sin control"
Eso no es cierto se sabe y bien lo que pasó en España y sobre todo en Madrid
Limpiese la boca para hablar de Negrín. Presidente de la Fundación Pablo Iglesias... Si estos personajes tardofranquistas son los que mejor representan a la antigua izquierda, se explica esta deriva antidemocrática en España.
Cuanto daño ha hecho EL FRANQUISMO con sus CUENTOS!!!... La unica manera de conocer la historia reciente, es a traves de LOS DOCUMENTOS, como hace por ejemplo el diplomatico, economista e historiador ÁNGEL VIÑAS... OTROS, a contar CUENTOS como LOS DE "MARIA SARMIENTO"... MEDITEMOS
Pobre Negrin, tu partido fue tu verdugo
pobre negrin?? vivio como un rey abandono a los de su bando y prolongo la guerra civil provocando muertes inutiles porque sabia que estaba perdida
Pobre?....era un saco de mierda
No, lo fue el traidor repugnante de Casado.
La figura de Juan Negrín ha sido reivindicada más recientemente por estudios como los de Santiago Álvarez, Ricardo Miralles, Manuel Tuñón de Lara, Juan Marichal, Ángel Viñas, David Jorge, Paul Preston, Gabriel Jackson o Enrique Moradiellos, afirmando que se trata de uno de los mayores y más preparados estadistas en la España del siglo xx.
Ahora "to" el mundo es bueno, leer la historia
Vencer???😂😂😂 en otra vida😂😂😂😂😂
vvvv
¿Prolongar la guerra inútilmente? En primer lugar, la culpa de la guerra la tienen los que la provocan, y estos no son ni más ni menos que los que llevan a cabo el golpe militar de 1936, los Franco, Mola, Yagüe, Sanjurjo, Queipo, Calvo Sotelo y demás ralea. No habría habido "prolongación" de la guerra si no hubiera habido guerra, y no habría habido guerra sin 18 de julio de 1936. Pero, además, ese argumento es tan falaz como estúpido. Hablar de una cosa sabiendo el resultado final es fácil: como se perdió la guerra o no se consiguieron los objetivos de la resistencia, aquello fue un esfuerzo inútil, una carnicería, una obstinación propia de un loco, etc. Siguiendo este razonamiento, con objeto de evitar muertes estúpidas, se podrían haber rendido Churchill cuando Dunkerque o Stalin cuando la Wehrmacht estaba a las puertas de Moscú y podrían no haber combatido la ocupación nazi ni los partisanos de Tito ni la Francia Libre de De Gaulle. También podría hacerlo ahora Zelenski y dejar a los ucranianos a merced de la "desnazificación" de Putin. Pero siguieron o siguen combatiendo aun cuando el resultado podía perfectamente perder la guerra. ¿La diferencia? Que Churchill, Stalin, Tito o De Gaulle ganaron y Negrín, la República (y España al fin y al cabo) acabaron perdiendo.
Si estaba tan cantado (y esto lo sabía Negrín, que no era gilipollas) que la República iba a perder, ¿por qué seguir combatiendo? ¡Si lo han dicho aquí y lo han dicho mil veces! Por dos motivos. Uno: porque Negrín piensa que al final Gran Bretaña y Francia se acabaran enfrentando a Italia y Alemania en una nueva guerra, que el apaciguamiento no sirve más que para dar alas al expansionismo y al militarismo fascistas y que, cuando ese momento llegue, británicos y franceses tendrán que asumir como propia la causa republicana, lo que no han hecho hasta ahora. Y por eso la República tiene que seguir en pie y seguir combatiendo. Y dos: porque, si eventualmente esa guerra europea no se produce, al menos que la resistencia sirva para arrancar al enemigo, mediante demostraciones fehacientes en el campo de batalla, condiciones de capitulación que de otro modo no estaría dispuesto a aceptar (en la mente de Franco sólo cabe, y Casado y los suyos lo conocieron de primera mano tras su traición de marzo de 1939, la rendición incondicional del enemigo).
No se trataba, por tanto, de seguir la guerra porque sí, por delirios de un loco, por complacer a la URSS y a los comunistas o por estar ciego por la idea descabellada de que se puede ganar una guerra que se va perdiendo ante un enemigo mucho más poderoso, mejor armado y entrenado y cuando tú sólo puedes sostenerte, como dijo el propio Negrín a su ministro de Exteriores, Álvarez del Vayo, "hasta cuando quieran los rusos". Negrín se lo dijo a sus propios correligionarios del PSOE: "¿Resistir para qué? ¿Para entrar triunfalmente en Burgos? Nunca hemos hablado de eso, señores". Resistir era para Negrín, el Ejército Popular y la República el equivalente a la "táctica del murciélago" en el fútbol (los once jugadores colgados del larguero): eres consciente de tu inferioridad y sabes que no vas a ganar el partido, pero intentas desesperadamente arañar un empate o como mal menor encajar la menor cantidad de goles posible. Era una forma de minimizar daños, pretendiendo llevar a los sublevados a un alto el fuego y una negociación que evitara fusilamientos y encarcelamientos en masa, que permitiera al pueblo español decidir de alguna manera su destino mediante plebiscito y que evitara que el futuro democrático de España quedara clausurado por tiempo indefinido. Es decir, se quería salvar algo de democracia y la mayor cantidad de vidas humanas posibles, porque el mayor problema no eran las muertes en el campo de batalla o los bombardeos, sino las que podían venir con posterioridad (y que se habían demostrado con el baño de sangre que se desencadenaba cada vez que los franquistas entraban en una ciudad) y el gravísimo problema que suponía la proscripción y la marginación de millones de españoles de la vida pública o su expulsión del territorio patrio para el desarrollo posterior del país a todos los niveles. Y eso se iba a ver en los años posteriores a la guerra.
¿Queréis pedirle lo mismo al presidente de Ucrania? Adelante, hacedlo. Yo personalmente vería con buenos ojos que hubiera una paz entre Ucrania y Rusia, pero no seamos idiotas. Ucrania no puede rendirse incondicionalmente a Putin. Tiene que seguir peleando porque, de otra forma, no podrá arrancar al Kremlin un armisticio y estar en condiciones para firmar una paz con garantías. Si eso es prolongar la guerra inútilmente o que Zelenski se venda (¿todavía más?) a la OTAN, entonces si podemos decir que Negrín prolongó la guerra inútilmente y que seguía los dictados de Moscú. Pero si una cosa no vale para el primero, tampoco vale para el segundo.
La guerra civil no fue producida por un calenton de un grupo de militares que tu mencionas...La guerra como consecuencia de la amnistía de los condenados por jueces repúblicanos en octubre de 1934.Censura de prensa.Inseguridad y enfrentamiento entre los Unos y los otros con mas de 300 muertos amen de heridos desde Febrero a Julio de 1936 por motivos políticos.Huelgas un día si y otro también.Ocupacion de fincas....Por cierto sabes que alzamiento fracaso en la mayoría de las provincias o que la mayoría del ejército se mantuvo fiel a la República
@@jesusarribasveganzones9382 Es una tontería sin sentido achacar a 1934 y a la amnistía a los presos políticos (muchos de ellos alcaldes socialistas y republicanos que no habían tenido ni arte ni parte en la sublevación de Asturias ni en la de la Generalitat) el origen de la guerra civil. Ya puestos, uno puede retrotaerse al origen de la misma a la Sanjurjada de agosto de 1932, al hecho de que los conspiradores monárquicos y el propio Alfonso XIII estuvieran haciendo contactos con Mussolini para derribar la República desde el mismo día de su proclamación o, sin ir más lejos, a los propios planes de Gil Robles de transformar la República en un régimen corporativo-fascista al estilo de lo que había pasado en la Grecia de Metaxas o del austrofascismo de Engelbert Dolfuss (de hecho, la sublevación de Asturias se hace precisamente bajo el lema "antes Viena que Berlín", porque era mejor morir como los socialistas vieneses, luchando contra el régimen de Dolfuss, antes que hacerlo sin luchar como le había ocurrido a los socialdemócratas y los comunistas en Alemania y temiendo, no sin razón, que la CEDA acabara vaciando de contenido la Constitución y aun suprimiéndola y sustituyéndola al estilo de como se había hecho en Austria). Toda una pléyade de historiadores, entre los que cabe incluir Paul Preston, Eduardo González-Calleja, Julián Casanova, Gabriel Jackson, Alberto Reig Tapia o Ángel Viñas escriben sobre estos extremos, así como sobre el papel que el propio Gil Robles o ministros radicales como Salazar Alonso tuvieron a la hora de reprimir protestas de campesinos o suprimir ayuntamientos y detener concejales y alcaldes de izquierdas aun cuando no tuvieran arte ni parte en las huelgas campesinas de 1933 ni en la sublevación de octubre de 1934.
Pero hay más: los desórdenes no eran algo propio y exclusivo de España en 1936. Francia estaba acusando problemas similares tras la elección del Frente Popular y el nombramiento de Leon Blum como primer ministro. De hecho, al igual que los bulos de hoy día que difunden Libertad Digital, EDATV, VozPopuli y demás seudomedios, El Debate o ABC difundían noticias falsas sobre ocupaciones de fábricas, de tierras, huelgas o atentados que tenían lugar al otro lado de los Pirineos, no aquí, todo con ánimo, por supuesto, de sembrar el miedo y la confusión entre las clases medias. Hay que recordar que la censura de prensa estaba establecida por los gobiernos anteriores, tanto el radical-cedista como el del centro portelista, que había decretado el estado de guerra en varias provincias y luego el estado de alarma en todo el país, y ese estado de alarma seguía vigente, entre otras cosas, porque a la propia derecha le interesaba tener a sus pistoleros a sueldo (léase Falange) creando una imagen de desorden y desgobierno que hiciera que, entre el público, calara la necesidad de una solución de orden (aka golpe militar). Pero no conviene pasar por alto de esto a) que los desórdenes y atentados estaban en su mayoría alentados y provocados por una derecha, política, social o institucional (fuerzas armadas, fuerzas de seguridad, funcionarios) que había visto fracasar su vía legalista para transformar la República democrática en un régimen corporativo-fascistizante tras las elecciones de febrero. Según las estadísticas aportadas por César de Vicente Hernando en Puértolas et al, "La República y la cultura. Paz, guerra y exilio" (Istmo/Akal, 2009), "la violencia política en 1936 tiene como autores en un 43 por ciento a policías y militares, 20 por 100 a grupos de izquierda y 17 por 100 a grupos de derecha, y tiene como víctimas en un 56 por 100 a personas de izquierdas, 19 por 100 a grupos de derecha y un 7 por 100 a miembros de la policía y el ejército". Muchos de esos atentados que se sucedieron en la primavera de 1936 estuvieron dirigidos, aunque pocos de ellos se nombran en contraste con el GRAN atentado por antonomasia, el asesinato de Calvo Sotelo, contra personalidades de la izquierda política, como Dolores Ibarruri, Largo Caballero, el propio presidente de la República Manuel Azaña, el vicepresidente de las Cortes Luis Jiménez de Asúa, el capitán del Ejército y miembro de la Unión Militar Repúblicana Antifascista Carlos Faraudo o el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo. Y por otro lado, b) la ley de orden público (que preveía los tres estados, de prevención, alarma y guerra, bajo los cuales se podían suprimir algunas garantías y derechos constitucionales o traspasar incluso el poder a las autoridades militares) no pudo reformarse pese a los deseos del nuevo gobierno y a que era un compromiso electoral del Frente Popular, ya que no hubo tiempo a que se aprobara en el Parlamento antes del estallido de la guerra. El programa del Frente Popular establecía que "se revisará la ley de Orden Público, para que, sin perder nada de su eficacia defensiva, garantice mejor al ciudadano contra la arbitrariedad del Poder, adoptándose también las medidas necesarias para evitar las prórrogas abusivas de los estados de excepción", así como otra provisión muy importante en relación a la polémica Ley de Vagos y Maleantes: "se revisarán, con arreglo a la ley, las sentencias pronunciadas en aplicación indebida de la de Vagos por motivos de carácter político; hasta tanto que se habiliten las instituciones que en dicha ley se prescriben, se restringirá la aplicación de la misma y se impedirá que en lo sucesivo se utilice para perseguir ideales o actuaciones políticas". Naturalmente, un parlamento que empezó a funcionar tardíamente por la revisión de actas de diputados y por una numerosa actividad entre manos (elección del presidente de la República, amnistía, reforma agraria, estatutos autonómicos de Euskadi y Galicia, debates de orden público, etc.) y que no sabía que se iba a interrumpir su actividad, y de qué forma, tan abruptamente, no podía prever que no se iba a debatir ni mucho menos a aprobar la reforma de las leyes de vagos o de orden público. Pero conste en acta que había un compromiso establecido para dicha reforma.
@@jesusarribasveganzones9382 Además, volvamos a los desórdenes: si con tanto desorden, huelga, ocupación de fincas (recomendable leer al profesor Roberto Robledo sobre la aplicación de la reforma agraria en la primavera de 1936 y el papel del Instituto de Reforma Agraria y del Ministro de Agricultura Mariano Ruiz-Funes para conciliar el acceso a la tierra, el pago de una renta a los propietarios y el menor número de incidentes posible) estaba claro que todo iba de mal en peor y estábamos camino de la guerra, ¿cómo se explica que no se suspendieran previamente eventos como la Olimpiada Popular de Barcelona (inauguración prevista el 19 de julio), la final de Copa que disputaron en Mestalla Madrid y Barcelona (21 de junio), la II Vuelta Ciclista a España (5 a 31 de mayo de 1936), la Feria del Libro de Madrid (24 de mayo a 2 de junio) o las obras de la línea 3 del metro de la propia capital (el tramo inicial, Sol-Embajadores, se inauguró el 9 de agosto)? Si acaso podía barruntarse una insurrección, que algunos republicanos, entre ellos el presidente del Consejo, Santiago Casares Quiroga, demasiado optimistas quizá, veían como una especie de Sanjurjada 2.0, pero una guerra civil y con la duración e intensidad que tuvo no se la olía nadie. Consulta a Santos Juliá o a Enrique Moradiellos al respecto.
Y, sí, claro que muchos mandos del Ejército permanecieron fieles a la República y a la legalidad constitucional (algunos, por cierto, fueron por ello asesinados por los rebeldes, como Miguel Campins en Granada, Núñez de Prado en Zaragoza, Amado Balmes en Las Palmas, Domingo Batet en Burgos o Manuel Romerales en Melilla), y naturalmente que al comienzo dos tercios del país aproximadamente estaban en manos de las fuerzas republicanas. Pero hay que tener en cuenta que los rebeldes contaban con dos cosas que los republicanos no tenían ni iban a tener. La primera es el ejército de África, con los legionarios y los regulares marroquíes, que eran la élite de las fuerzas armadas (amén de los más feroces y sanguinarios, como se había demostrado en el Rif o en Asturias) y que eran muy superiores a cualquier regimiento del ejército peninsular. La segunda, el apoyo de Alemania, Italia y Portugal y la inacción de los estados democráticos (Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos) que, contrariamente a la legalidad internacional vigente, no acudieron en socorro de la República Española. Alemania proveyó a Franco, que comandaba inicialmente el ejército de África, de un puente aéreo que permitió el paso por el estrecho de Gibraltar de las fuerzas africanas a la Península y eludir el bloqueo de la Armada, mayoritariamente republicana, lo que iba a permitir a estas fuerzas ir ascendiendo por Andalucía Occidental y Extremadura hasta Madrid y encontrarse allí con las fuerzas sublevadas del norte y de Castilla la Vieja. Además, el apoyo alemán, italiano y portugués (Portugal era una gigantesca plataforma de desembarco de armamento y pertrechos de toda clase procedentes de la potencias nazi-fascistas, además de proveer de un batallón de voluntarios, los Viriatos, a las fuerzas sublevadas) fue incesante en hombres y en suministros, mientras la República se encontró con que sólo México, de manera testimonial, y la URSS, que estaba algo menos lejos, pero también a una distancia considerable y que también se enfrentó en 1937 y 1938 a una amenaza más próxima y tangible, como era la invasión japonesa de China, eran los únicos que la apoyaban, gracias a esa farsa inmoral e ilegal de la No Intervención. Así que, a la hora de la verdad, importaron - hablando en plata - tres mierdas que la mayoría de las provincias se mantuvieran inicialmente en manos de la República o que la mayoría del ejército o de los altos mandos del mismo se mantuvieran fieles (sobre todo si los hombres a los que mandan no se fían de ellos, como sucedía en más de una ocasión, con razón o sin ella, debido al propio golpe militar, y ahí tenemos los casos del coronel Aranda en Oviedo o del capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés en Andújar para atestiguar cómo de suspicaces podían sentirse los soldados o los milicianos ante esos ejemplos de doble juego y puñaladas por la espalda). Bastante hizo la República, su Ejército Popular, las Brigadas Internacionales, etc. con aguantar casi tres años en tan difíciles y trágicas circunstancias y plantar cara en Madrid, Guadalajara, Brunete, Teruel, Gandesa o Sagunto, cuando Francia no duró ni dos meses y al Imperio Británico y al indomable Churchill le capturaron 80.000 soldados los japoneses en Singapur.
Pero bueno, podéis seguir pensando lo que os salga del nardo, porque sé que me vais a hacer (a mí, a Carlos Bahamonde, a Ángel Viñas, a Ricardo Miralles, a Josep Fontana, a Paul Preston, a Enrique Moradiellos, a Julián Casanova, a cualquier historiador de aquí o del extranjero que cuente una historia distinta) el mismo caso que a un ñordo plantado en la acera. Pero, por lo menos, reconoced que es absurdo completamente que el origen de la guerra de España se sitúe en febrero de 1936, en octubre de 1934 o cuando a mis pelotas se le pongan en lugar de cuando todo el consenso histórico lo pone, que es el 18 de julio de 1936. Lo otro pueden ser antecedentes, explicaciones o contexto. Porque es tan absurdo como no situar el origen de la guerra civil estadounidense en el bombardeo de los rebeldes confederados a Fort Sumter el 12 de abril de 1861, y ponerlo tendenciosamente en la elección de Lincoln como presidente de EE.UU., la secesión de once estados esclavistas sureños, la Ley Kansas-Nebraska o incluso la propia fundación de los Estados Unidos como un estado donde se practicaba la esclavitud en parte de su territorio, que son antecedentes, pero no detonantes, de la guerra. O, por irnos a algo más próximo y conocido, no situar el inicio de la SGM en el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana de Polonia, sino irnos al Pacto de Múnich, la invasión de Checoslovaquia, el Pacto Germano-Soviético o el Tratado de Versalles, con objeto de buscar no un análisis de las causas y la situación internacional de entonces (que es para lo que serviría analizar qué impacto tuvieron Versalles, Checoslovaquia, Múnich o el Pacto Ribbentrop-Molotov en el estallido de la SGM) sino un culpable que satisfaga más nuestros deseos en lugar del que o los que realmente comenzaron el jaleo propiamente dicho.
Según mi PADRE con la República no se podįa vivir
@@carmetorrent6393 Y según la Biblia, el hombre fue hecho de barro y la mujer de una costilla de ese hombre de barro... ¿y tenemos que creer que eso es verdad? ¿Tengo yo que hacer caso a mi padre, por muy padre mío que sea, si me dice que gire a la derecha o a la izquierda, que es por ahí por donde se va a este o al otro sitio? Si su experiencia fue esa, habrá que contrastarla con la de otros muchos testimonios personales, con la bibliografía y con los hechos que sabemos hasta ahora. Si mi padre dice que no soporta las aceitunas, eso no significa que las aceitunas sean una 💩 (otra cosa sería si me dijera que no soporta la 💩, porque es opinión consensuada y hay evidencia sobrada de que la 💩 es muy difícil hacerla pasar por aceitunas).
Negrín y Prieto.....esos CHORIZOS