Miserere (glosa rimada del Salmo 50 la pensó el Btº Fray Diego José de Cádiz } Ten mi Dios, mi bien, mi amor Misericordia de mí, ya me ves postrado aquí, con penitente dolor: ponga fin a tu rigor una constante concordia, acábase la discordia, que causó el yerro común, y perdóname según, tu grande misericordia. II Y según la multitud de tus dulces y adorables misericordias amables, sácame de esclavitud. Ya me ofrezco a la virtud, y protesto a tu bondad, que con letras de verdad, caracteres de mi fe, yo tu amor escribiré, borra tú mi iniquidad. III Lávame más, buen Señor, de mi iniquidad, porque aun lavado, yo no sé que me asalta de temor. Fuentes de mi Salvador, que habéis al mundo regado, a mi corazón manchado, lavad en vuestras corrientes, y tú, dueño de estas fuentes, límpiame de mi pecado. IV Porque yo en mi desvarío conozco mi iniquidad conozco que mi maldad atropelló a mi albedrio: que fue doble el yerro mío. Miré, ví, quise, caí, fui sangriento, le ofendí. No puedo ocultarlo ya. Conozco que siempre está mi pecado contra mí. V A Ti sólo te ofendí, hice delante de Ti, el mal con que te agravié: lo confieso para que, o bien si me castigares, o bien si me perdonares, te justifiques, Señor, en tus palabras de amor y venzas cuando juzgares. VI Ya ves que en iniquidades fui concebido, Señor: ¿Qué quieres de un pecador que se concibió en maldades? Merezca ya tus piedades quien en culpa se formó; si esta hechura se quebró, templa tus ojos airados, pues en males y en pecados mi madre me concibió VII Ya ves, ¡oh Dios de mis cultos!, pues amaste la verdad, con cuanta sinceridad te confieso mis insultos. Tú los inciertos y ocultos arcanos que has reservado; allá en el seno sagrado de tu alta sabiduría, ciertos, claros como el día, me los has manifestado. VIII Me rociarás, ¡oh! Bondad!, con hisopos de tu sangre hasta que en fin se desangre la vena de mi maldad. Me limpiaré y tu piedad, si sobre mí se conmueve y el sacro rocío llueve, me lavarás y seré puro, limpio quedaré, y blanco más que la nieve. IX A mi oído le darás un gran gozo y alegría cuando oiga anunciar el día en que me perdonarás. Mis entrañas llenarás de placer, escucharán tu voz y te cantarán himnos a Ti consagrados, y mis huesos humillados de contento saltarán. X Aparta tu rostro ya de mis pecados y mira que tu dulce vida expira por mi, que por mi se da. Tu sangre pidiendo está el perdón de mis maldades, y para que a tus piedades, veloz mi espíritu corra, destruye, consume y borra todas mis iniquidades. XI Un corazón limpio cría, !oh Dios!, en mi pecho impuro. Rompe este corazón duro, derrite esta nieve fría. ¡Ah! engañosa pasión mía, ¡cuán blandamente me engañas! Tú Señor, que a nadie engañas, dame un casto y dulce afecto, y un noble espíritu recto, renueva Tú en mis entrañas. XII No me arrojes enojado de tu presencia, Señor, que esta hechura tu dolor y tu sangre te ha costado. Perdí a Dios, dejé a mi amado, y pues que yo te perdí, deja que se anegue aquí mi culpa en un mar de llanto, más a tu Espíritu Santo, no lo retires de mí. XIII Vuélveme ya la alegría de tu salud que he perdido, y volverá a tu sentido y placer el alma mía. Venga ya el dichoso día que ponga fin a mi mal, y con la gracia final confírmame en tu afición con un noble corazón y espíritu principal. XIV Yo mismo enseñaré a los malos tus caminos, de sus torpes desatinos, Señor, los apartaré: Yo con tu luz guiaré los tristes hijos de Adán, ya que tan ciegos están en los locos desvaríos de su error, y los impíos a Ti se convertirán XV Líbrame de sangre ajena, ¡oh Dios, Dios de mi salud!, Yerros de mi juventud me han labrado esta cadena. Cautivo el corazón pena, gime, llora y llorará, y el mundo todo sabrá que el mar de mis culpas mengua con lágrimas, y mi lengua tu justicia cantará. XVI Señor abrirás mis labios, publicaran tus grandezas, y te volveré en finezas, lo que te quité en agravios. Si para tus desagravios das aliento a mi esperanza, te entregaré sin tardanza, este corazón de roca, y agradecida mi boca, anunciará tu alabanza. XVII Porque si hubieras querido, sacrificio ensangrentado, cierto que lo hubiera dado para aplicarte ofendido. Pero estoy bien advertido que al corazón miras más, y, pues lágrimas me das, lloro mis días infaustos, Señor, que en los holocaustos, Tú no te deleitarás XVIII Sacrificio es para Dios, un espíritu rendido, atribulado afligido, partido de pena en dos. Confiado llego a Vos, resuelto a no pecar más, y un corazón que verás, ya contrito y humillado, arrepentido, enmendado, mi Dios, no despreciaras. XIX Con benigna compasión, Señor, con dulce piedad, con tu buena voluntad, trata a la amada Sion. Benigno, tu corazón acabe de hacer también, que no tarde más, mi bien, que se enjuguen ya mis llantos, que se edifiquen los santos muros de Jerusalén XX Entonces aceptarás de justicia el sacrificio, las oblaciones propicio, y los holocaustos más. Entonces recogerás de montes, valles y cerros, victimas que por sus yerros penitentes gemirán; entonces, Señor, pondrán, sobre tu altar los becerros.
Un imprescindible la Semana Santa de Zamora
mis felicitaciones por que hayan publicado 3 de tus video en la pagina de la pro , y este video me encanta !
esto es jodidamente épico!!
Cada año que lo vivo me gusta más. Es un momento muy emotivo
Miserere (glosa rimada del Salmo 50 la pensó el Btº Fray Diego José de Cádiz }
Ten mi Dios, mi bien, mi amor
Misericordia de mí,
ya me ves postrado aquí,
con penitente dolor:
ponga fin a tu rigor
una constante concordia,
acábase la discordia,
que causó el yerro común,
y perdóname según,
tu grande misericordia.
II
Y según la multitud
de tus dulces y adorables
misericordias amables,
sácame de esclavitud.
Ya me ofrezco a la virtud,
y protesto a tu bondad,
que con letras de verdad,
caracteres de mi fe,
yo tu amor escribiré,
borra tú mi iniquidad.
III
Lávame más, buen Señor,
de mi iniquidad, porque
aun lavado, yo no sé
que me asalta de temor.
Fuentes de mi Salvador,
que habéis al mundo regado,
a mi corazón manchado,
lavad en vuestras corrientes,
y tú, dueño de estas fuentes,
límpiame de mi pecado.
IV
Porque yo en mi desvarío
conozco mi iniquidad
conozco que mi maldad
atropelló a mi albedrio:
que fue doble el yerro mío.
Miré, ví, quise, caí,
fui sangriento, le ofendí.
No puedo ocultarlo ya.
Conozco que siempre está
mi pecado contra mí.
V
A Ti sólo te ofendí,
hice delante de Ti,
el mal con que te agravié:
lo confieso para que,
o bien si me castigares,
o bien si me perdonares,
te justifiques, Señor,
en tus palabras de amor
y venzas cuando juzgares.
VI
Ya ves que en iniquidades
fui concebido, Señor:
¿Qué quieres de un pecador
que se concibió en maldades?
Merezca ya tus piedades
quien en culpa se formó;
si esta hechura se quebró,
templa tus ojos airados,
pues en males y en pecados
mi madre me concibió
VII
Ya ves, ¡oh Dios de mis cultos!,
pues amaste la verdad,
con cuanta sinceridad
te confieso mis insultos.
Tú los inciertos y ocultos
arcanos que has reservado;
allá en el seno sagrado
de tu alta sabiduría,
ciertos, claros como el día,
me los has manifestado.
VIII
Me rociarás, ¡oh! Bondad!,
con hisopos de tu sangre
hasta que en fin se desangre
la vena de mi maldad.
Me limpiaré y tu piedad,
si sobre mí se conmueve
y el sacro rocío llueve,
me lavarás y seré
puro, limpio quedaré,
y blanco más que la nieve.
IX
A mi oído le darás
un gran gozo y alegría
cuando oiga anunciar el día
en que me perdonarás.
Mis entrañas llenarás
de placer, escucharán
tu voz y te cantarán
himnos a Ti consagrados,
y mis huesos humillados
de contento saltarán.
X
Aparta tu rostro ya
de mis pecados y mira
que tu dulce vida expira
por mi, que por mi se da.
Tu sangre pidiendo está
el perdón de mis maldades,
y para que a tus piedades,
veloz mi espíritu corra,
destruye, consume y borra
todas mis iniquidades.
XI
Un corazón limpio cría,
!oh Dios!, en mi pecho impuro.
Rompe este corazón duro,
derrite esta nieve fría.
¡Ah! engañosa pasión mía,
¡cuán blandamente me engañas!
Tú Señor, que a nadie engañas,
dame un casto y dulce afecto,
y un noble espíritu recto,
renueva Tú en mis entrañas.
XII
No me arrojes enojado
de tu presencia, Señor,
que esta hechura tu dolor
y tu sangre te ha costado.
Perdí a Dios, dejé a mi amado,
y pues que yo te perdí,
deja que se anegue aquí
mi culpa en un mar de llanto,
más a tu Espíritu Santo,
no lo retires de mí.
XIII
Vuélveme ya la alegría
de tu salud que he perdido,
y volverá a tu sentido
y placer el alma mía.
Venga ya el dichoso día
que ponga fin a mi mal,
y con la gracia final
confírmame en tu afición
con un noble corazón
y espíritu principal.
XIV
Yo mismo enseñaré
a los malos tus caminos,
de sus torpes desatinos,
Señor, los apartaré:
Yo con tu luz guiaré
los tristes hijos de Adán,
ya que tan ciegos están
en los locos desvaríos
de su error, y los impíos
a Ti se convertirán
XV
Líbrame de sangre ajena,
¡oh Dios, Dios de mi salud!,
Yerros de mi juventud
me han labrado esta cadena.
Cautivo el corazón pena,
gime, llora y llorará,
y el mundo todo sabrá
que el mar de mis culpas mengua
con lágrimas, y mi lengua
tu justicia cantará.
XVI
Señor abrirás mis labios,
publicaran tus grandezas,
y te volveré en finezas,
lo que te quité en agravios.
Si para tus desagravios
das aliento a mi esperanza,
te entregaré sin tardanza,
este corazón de roca,
y agradecida mi boca,
anunciará tu alabanza.
XVII
Porque si hubieras querido,
sacrificio ensangrentado,
cierto que lo hubiera dado
para aplicarte ofendido.
Pero estoy bien advertido
que al corazón miras más,
y, pues lágrimas me das,
lloro mis días infaustos,
Señor, que en los holocaustos,
Tú no te deleitarás
XVIII
Sacrificio es para Dios,
un espíritu rendido,
atribulado afligido,
partido de pena en dos.
Confiado llego a Vos,
resuelto a no pecar más,
y un corazón que verás,
ya contrito y humillado,
arrepentido, enmendado,
mi Dios, no despreciaras.
XIX
Con benigna compasión,
Señor, con dulce piedad,
con tu buena voluntad,
trata a la amada Sion.
Benigno, tu corazón
acabe de hacer también,
que no tarde más, mi bien,
que se enjuguen ya mis llantos,
que se edifiquen los santos
muros de Jerusalén
XX
Entonces aceptarás
de justicia el sacrificio,
las oblaciones propicio,
y los holocaustos más.
Entonces recogerás
de montes, valles y cerros,
victimas que por sus yerros
penitentes gemirán;
entonces, Señor, pondrán,
sobre tu altar los becerros.
me encanta.-
Da un poquito de mal rollo,la verdad,pero esta muy chulo