Los Pasiegos - Mitos y Costumbres - Cantabria en 4K

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  • Опубликовано: 2 окт 2024
  • Los pasiegos son habitantes de una comarca de cerca cuatrocientos kilómetros cuadrados, en la parte sudoriental de Cantabria, limitando al Sur con el norte de Burgos, que tuvieron distinto modo de vida y costumbres del resto de los montañeses.
    Habitan uno de los lugares más hermosos y olvidados de Cantabria, que se extiende por Vega de Pas, San Roque de Riomiera, San Pedro del Romeral, trasmiera, la zona de influencia pasiega desde Soba a Ruesga, y el valle de Carriedo con Villacarriedo y Selaya. Su economía se basa en la venta de carne, leche, y la fabricación de productos como los sobaos, la quesada, las mantecas o los quesos.
    Es un grupo muy singular por su sistema de explotación ganadera trashumante, que les obligaba a cambiar de domicilio habitualmente, disponiendo cada uno de cuatro o cinco viviendas, con la consiguiente tendencia a la endogamia, aparatándose de los no pasiegos.
    En las villas pasiegas las fincas son privadas, o en alquiler, con muros de piedra delimitando cada pradera. En el resto de Cantabria se depende de los comunales, montes que son de todos.
    La cabaña pasiega está construida a base de piedra, con la que también realizan las paredes que separan las parcelas. Los gruesos muros de piedra se unen entre sí con adobe o tierra, aislando bien del frio. El tejado tiene una base de madera sobre la que se colocan planchas de losa o pizarra, construyéndose desde la parte más baja hasta la cumbre. Normalmente de dos pisos, el inferior es para el ganado y la caballería, y el superior está dividido en dos partes, una de vida y la otra como almacén de hierba seca para pasar el invierno.
    Cambiaban a menudo de cabaña, y la principal o «vividora» era para pasar el invierno, con algún lujo como la electricidad y una o dos habitaciones, aunque pocas con agua corriente. En invierno podían aguantar en ella unos treinta días, pero en verano cambiaban semanalmente de cabaña.
    Además de ganaderos ejercían de sastres, fabricando su propia ropa bastante elaborada, con el rojo, el blanco y el negro como colores principales, decorados con hilo y bordados dorados.
    Fabricaban el clásico cuévano, un cesto grande y hondo de sección cuadrangular, más ancho por la boca que por el fondo, trenzado con varas de avellano, que se llevaba a la espalda para trasportar la hierba e infinidad de utensilios en sus marchas de cabaña en cabaña. El pasiego, casi nace en el cuévano, en el transportaban también a los niños pequeños.
    Igualmente trabajaban la madera, fabricando desde cebillas para amarrar el ganado en las cuadras, hasta albarcas para caminar. La hierba era segada con dalle y recogida con rastrillos, subiéndola al equino. En sitios muy empinados, la llevaban a hombros hasta la cabaña. Tras concluir el trabajo en un prado, se mudaban al siguiente. Toda la familia trasladaba su vida a cuestas, junto con las vacas, perros, gallinas y enseres, como cazos de barro o perolas de metal. La ropa se guardada en sacos, con los cuévanos hasta arriba. Al llegar, las vacas era lo primero que aposentaban en el establo, luego adecentaban la cabaña, encendiendo un fuego antes de anochecer.
    Hoy en día se hacen pocas mudas, y muy diferentes a las de antaño, pues solo mudan los animales por la mejora de los caminos, las comunicaciones y el uso de vehículos, llegándose prácticamente a todas las fincas, y quedando en el recuerdo lo que vivieron.
    La emigración más importante del pasiego fue la expansión ganadera y la fundación de vaquerías en Madrid o Zaragoza. También fueron famosas las nodrizas pasiegas que abandonaban el valle para prestar sus servicios a la Corte, por la pureza de raza y salud tradicional pasiega, procesando a los niños un gran cariño. Era muy bellas y fuertes, y mecían a los niños en sus brazos en actitud combada que iba bien con el desarrollo de su pecho. Una de ellas, María Gómez Martínez, amamantó al futuro Alfonso XII.
    Las costumbres pasiegas tienen una cultura rica en folclore, practicando tanto el juego de los bolos, como el salto pasiego, utilizando como pértiga el «palu» o «palancu» de madera avellano, de unos dos metros, descortezado, curado y de gran flexibilidad y resistencia para salvar los riachuelos y riscos con gran agilidad.
    Su habla era más cerrada que la del resto de los cántabros, y más difícil de entender, siendo una transición entre el castellano y el astur-leonés. La característica pasiega que más recelo despertó en el medievo fue su escaso fervor religioso. No bajaban de la montaña para oír misa y tenían escaso temor de Dios. Los Jesuitas de Santander, en 1594 realizaron una misión evangélica en los Montes de Pas para iluminar a estos montañeses, pues conservaban restos del antiguo paganismo prerromano, prohibido en el concilio del año 581, careciendo de iglesias y dando culto a los robles y fuentes. Bajo ellos, los jesuitas levantaron rústicos altares para celebrar la misa y enseñar la doctrina cristiana.

Комментарии • 1

  • @Cantabria-r3q
    @Cantabria-r3q Месяц назад +3

    ¡¡Arronti Cantabria y la muestra lingua sellenca!! 💢