Crepúsculo El silencio se despliega como un velo de niebla, ocultando los susurros de la eternidad. El ruido, un espectro inquieto, rasga el aire con su presencia, un eco de vidas pasadas que se niega a desvanecerse. La libertad, solitaria, errante, se desliza entre las sombras, una llama que arde en el pecho de un cadáver que se niega a sucumbir al olvido. Es un faro en la penumbra, un destello de rebeldía en un mundo de conformidad. El silencio, un manto de estrellas apagadas, envuelve los restos de sueños rotos, mientras el ruido, un torrente de voces sin rostro, inunda los pasillos del tiempo. La libertad, una sombra sin dueño, se aferra a la carne fría, un susurro de vida en un cuerpo que rehúsa la muerte. En este teatro de contrastes, el silencio, el ruido, se entrelazan en una danza macabra, mientras la libertad, siempre solitaria, observa desde el abismo, un enigma sin resolver, un grito ahogado en la eternidad. José Luis Troconis Barazarte Naguanagua Venezuela 7-10-24
Crepúsculo
El silencio se despliega como un velo de niebla, ocultando los susurros de la eternidad. El ruido, un espectro inquieto, rasga el aire con su presencia, un eco de vidas pasadas que se niega a desvanecerse.
La libertad, solitaria, errante, se desliza entre las sombras, una llama que arde en el pecho de un cadáver que se niega a sucumbir al olvido.
Es un faro en la penumbra, un destello de rebeldía en un mundo de conformidad.
El silencio, un manto de estrellas apagadas, envuelve los restos de sueños rotos, mientras el ruido, un torrente de voces sin rostro, inunda los pasillos del tiempo. La libertad, una sombra sin dueño, se aferra a la carne fría, un susurro de vida en un cuerpo que rehúsa la muerte.
En este teatro de contrastes, el silencio, el ruido, se entrelazan en una danza macabra, mientras la libertad, siempre solitaria, observa desde el abismo, un enigma sin resolver, un grito ahogado en la eternidad.
José Luis Troconis Barazarte
Naguanagua Venezuela
7-10-24