La Luna de Mirtha Luna suspendida en el firmamento nocturno, vigía silente de calles adormecidas. Ventanas iluminadas susurran historias, mientras sombras danzan al compás del viento. Edificios erguidos, guardianes de ladrillo, contemplan el paso incesante del tiempo. Coches inmóviles descansan bajo su atenta mirada, testigos mudos de la quietud urbana. La noche despliega su manto estrellado, en un universo donde cada luz cuenta su propio relato. Nuestra luna testigo silente entre las nubes de plata. José Luis Troconis Barazarte Naguanagua Venezuela 20-7-24
La Luna de Mirtha
Luna suspendida en el firmamento nocturno,
vigía silente de calles adormecidas.
Ventanas iluminadas susurran historias,
mientras sombras danzan al compás del viento.
Edificios erguidos, guardianes de ladrillo,
contemplan el paso incesante del tiempo.
Coches inmóviles descansan bajo su atenta mirada,
testigos mudos de la quietud urbana.
La noche despliega su manto estrellado,
en un universo donde cada luz cuenta su propio relato.
Nuestra luna testigo silente entre las nubes de plata.
José Luis Troconis Barazarte
Naguanagua Venezuela
20-7-24