Shimshón y Dalila Pide un buen un "Shiduj" para casarse Hombre o Mujer Rabino Meir Kalmus

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  • Опубликовано: 9 сен 2024
  • 1Y fue Shimshón a Gaza, y vio allí una mujer zoná, y se allegó a ella.
    2Y a los de Gaza les fue dicho: Shimshón ha venido aquí. Y lo rodearon, estando al acecho toda la noche a la puerta de la ciudad: y estuvieron callados toda la noche, diciendo: Cuando amanezca lo mataremos.
    3Mas Shimshón durmió hasta la media noche; y a la media noche se levantó, y arrancó las puertas de la ciudad con sus dos dinteles y su cerrojo, se las echó al hombro y las subió a la cumbre del monte que está delante de Jebrón.
    4Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el arroyo Sorec, la cual se llamaba Dalila.
    5Y vinieron a ella los príncipes de los Pelishtím, y le dijeron: Sedúcelo y averigua en qué consiste su gran fuerza, y cómo podríamos vencerlo, para que lo atemos y lo atormentemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.
    6Y Dalila dijo a Shimshón: Te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser atormentado.
    7Y le respondió Shimshón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén secos, entonces me debilitaré, y seré como cualquiera de los hombres.
    8Y los príncipes de los Pelishtím le trajeron siete mimbres verdes que aún no se habían secado, y lo ató con ellos.
    9Y había centinelas que la vigilaban desde la otra recámara de la casa. Entonces ella le dijo: ¡Shimshón, los Pelishtím vienen sobre ti! Y él rompió los mimbres, como se rompe un hilo de zurcir cuando siente el fuego: y no se supo (el secreto de) su fuerza.
    10entonces dijo Dalila a Shimshón: He aquí me has engañado, y me has dicho mentiras: te ruego pues que ahora me digas cómo podrás ser atado.
    11Y él le dijo: Si me ataren fuertemente con cuerdas nuevas, las cuales no se hayan utilizado para ninguna otra cosa, yo me debilitaré, y seré como cualquier otro hombre.
    12Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y atole con ellas, y le dijo: ¡Shimshón, los Pelishtím sobre ti! Y los centinelas estaban en una recámara. Mas él las rompió de sus brazos como si fueran un hilo.
    13Y Dalila dijo a Shimshón: Hasta ahora me has engañado, y me has mentido; dime cómo podrás ser atado. Entonces él le dijo: Si amarrares las siete trenzas de mi cabeza con una tela.
    14Y ella las hincó con la estaca, y le dijo: ¡Shimshón, los Pelishtím sobre ti! Mas despertando él de su sueño, arrancó la estaca del telar con la tela.
    15Y ella le dijo: ¿Cómo es que me dices: “Yo te amo”, si tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has aún descubierto en qué consiste tu gran fuerza.
    16Y aconteció que, ella lo apremiaba cada día con sus palabras y lo acosaba hasta que su alma desfallecía.
    17Y le confió todo su corazón, y le dijo: Jamás ha pasado navaja por mi cabeza; porque soy Nazir de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré, y seré como cualquier otro hombre.
    18Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los príncipes de los Pelishtím, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha confiado todo su corazón. Y los príncipes de los Pelishtím vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.
    19Y ella hizo que él se durmiese sobre su falda; y llamó a un hombre y le cortó las siete trenzas de su cabeza, y comenzó a afligirlo, y su fuerza se apartó de él.
    20Y le dijo: ¡Shimshón, los Pelishtím vienen sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Saldré esta vez, como las otras, y me escaparé: sin saber que el Eterno se había apartado de él.
    21Mas los Pelishtím echaron mano de él, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con grillos de bronce, para que moliese en la cárcel.
    22Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado.
    23Entonces los príncipes de los Pelishtím se juntaron para ofrecer un gran sacrificio a Dagón su dios, y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Shimshón nuestro enemigo.
    24Y cuando el pueblo lo vio, loaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destructor de nuestra tierra, el cual ha matado a muchos de nosotros.
    25Y aconteció, cuando sus corazones estuvieron alegres, ellos, dijeron: Llamad a Shimshón, para que nos divierta. Y llamaron a Shimshón de la cárcel, y hacía de payaso delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.
    26Y Shimshón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme tocar las columnas sobre las que se sustenta esta casa, para que me apoye sobre ellas.
    27Y el lugar estaba lleno de los hombres y las mujeres: y todos los príncipes de los Pelishtím estaban allí; y en el techo, había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando las payasadas de Shimshón.
    28Y clamó Shimshón al Eterno, diciendo: Señor Dios, acuérdate ahora de mí, te lo ruego, y dame fuerza, solamente esta vez, oh Dios, y tome venganza de los Pelishtím, por uno de mis dos ojos.

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