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Llegué hasta aquí por la nota publicada originalmente en el fanzine Texas Journal of Ruminant Oddities: "A Panorama of Latin American Experimental Music", del polémico crítico danés Leo Van der Rhok. Comparto la traducción de un fragmento incluido en la sección cultural del periódico Guanajuato Caliente, publicación trimestral del municipio de Huanímaro: “Es ya una especialidad de la labor crítica, una facultad gestual adquirida: reprimir la sonrisa, irónica o piadosa -punzante o desdentada-, ante un nuevo intento de representación (¿otro más?) de la totalidad. Da igual si artística, filosófica, científica o religiosa. Siempre es lo mismo. Sin embargo, no por tratarse de una meta inalcanzable y desde el vamos destinada al fracaso deja de resultarnos conmovedora. Incluso frente a proyectos pretenciosos y fallidos, frente a los casos más arrogantes, pomposos y ridículos, a menudo descubrimos con vergüenza en nuestro interior de cyber haters un tímido eco de empatía, de silenciosa aprobación. Al fin y al cabo, todos compartimos, en mayor o menor medida, idéntico afán. “No te burles de ellos. Tienen sed insaciable de infinito, como tú y como yo” dice una mujer a su hijo, en el bellísimo texto 8 del Canto I perteneciente a Los Cantos de Maldoror, refiriéndose a las jaurías de perros que aúllan por las noches diezmando campos y poblados. Por algo también Triky Noxyx en su trap La Bestia Naranja rapea: “Los close up, divas coyunturales, estarán muy guays, y sin fiado. Pero las perspectivas monumentales molan y hay demasiado” En el caso de Atlas, obra del compositor argentino Hertzmen, el nombre elegido y -especialmente- la imagen diseñada para la portada (también de su autoría) inducen a pensar que lo que se aborda es la totalidad humana. O, con mayor discreción, la universal subjetividad de uno de sus miembros. Por más exagerado que suene, es lo que parece sugerir esa suerte de mandala adulterado, roto y ya inevitablemente mundano, símbolo de un idealizado sistema concéntrico caído. Por otra parte, Atlas fue el titán mitológico condenado por Zeus a cargar el peso del cielo sobre sus hombros. Sin su sostén, el cielo caería fusionándose a la tierra, indistinguibles el uno del otro. La diferenciación, entonces, no surge para los griegos de una pacífica división territorial de acuerdo a la particularidad de cada reino. Es el resultado de un constante encuentro de opuestos, una tensión. Quizás por tal motivo esa cartografía híbrida, celeste y terrestre, que nos recibe en la portada presenta en uno de sus extremos un zapato. Efectivamente, de esa radialidad imperfecta hecha de cielos superpuestos ha surgido un pie. De un cielo cada vez más espeso y quieto que se apoya en un solo pie sobre una tierra que tiembla y gira. Y la imagen de esta rueda “coja” se revela como puerta visual y complemento de la música, pero también como una clave para su escucha. Estamos frente a una obra electroacústica, género que se caracteriza por la fusión de diversas fuentes sonoras: tomas de ambiente y de instrumentos analógicos son procesados mediante software para combinarse con sintetizadores, capas sonoras y todo tipo de texturas digitales para finalmente ser ensamblados en una computadora. Entre la densidad, aleatoria solo en apariencia y por momentos levemente ruidista, se distinguen instrumentos tradicionales: armónicas, pianos, campanas, tambores, percusiones y metales de viento emergen, a veces apenas reconocibles, como fragmentos de una musicalidad familiar. Pero esta familiaridad solo se exhibe unos segundos para de inmediato diluirse en una nueva configuración sonora. La profusión de elementos, de voces y estratos sonoros nunca obstruyen la fluidez del tímpano, no saturan la audición. A lo largo de los 26:31 minutos de duración persiste un hilado vertebral cohesivo, tejido estructural que contiene y retroalimenta la atención. Lo consigue mediante un sistema de pasajes graduales que nos llevan de un escenario sonoro a otro sin baches o hastíos. Sin dudas estamos ante un tipo de barroco u horror vacui sonoro, de un sólido lingote de detritus acústico. Un elaborado orden excéntrico, minucioso, con apariencia de caos. Hay un pasaje particularmente significativo, en el que aparece quizás por única vez una idea de pulso. Una batería elabora un ritmo que no termina de ser. La ejecución se da de manera rígida o trabada. La regularidad, que define al ritmo, no se sostiene, tropieza. Me es inevitable imaginar los pasos torpes y pesados de un gigante agotado. O rengo. O lleno de dudas. Un puntual acompañamiento de vientos acentúa una estética sonora que remite al cómic. Como toda pieza acusmática, Atlas está concebida para ser reproducida y no ejecutada. Ignoro si la obra fue compuesta para varios altavoces, pero contando solo con dos, el tratamiento sonoro es lo suficientemente espacial como para generar una experiencia inmersiva. En esta pieza, Hertzmen afortunadamente elude durante casi toda la obra esa impresión de catálogo sonoro o paleta de efectos, tan habitual en la música concreta -resultado casi inevitable, por otro lado, de su propio credo procedimental- y que podemos encontrar desde el fundacional laboratorio de Schaeffer hasta la revolucionaria y deslumbrante William's Mix, de Cage. Recapitulando, si bien considero a la alegoría un género bastante despreciable, salvo excomulgadas excepciones, de las sucesivas escuchas de Atlas -o cielo pesado- parecería desprenderse, independientemente de los valores formales autónomos de la composición, algo así como un diagnóstico críptico, desapegado y distante, propio de un visitante lunar, irónico e incluso mordaz -pero no ausente de ternura y asombro- ante la singular tensión entre nuestro cielo y nuestra tierra. Puesto que en lugar de ser las criaturas de la superficie quienes obran inspiradas por un cielo inalterable e indiferente, este parece hoy colgar sofocante y amenazador, a centímetros de nuestras cabezas, obeso y deformado por nuestros actos y anhelos. Y cuando eso ocurre lo único que puedo escuchar es música como esta”.

Wow que coincidencia vengo de Reddit buscando músicos y compartiste esto; escucho Akira y los ost de Residen Evil constantemente. Muy bueno

Amazing

Muy bueno ger

This gives me goosebumps every time

Sheets please?

Muy cra ameo