Pasé varios veranos de mi infancia a principios de los 90 allí y aún lo recuerdo como de las mejores experiencias de mi vida. El bosque era ciertamente una necesidad, precioso y lleno de rincones mágicos. ¡Larga vida a La Carral!
Pasé varios veranos de mi infancia a principios de los 90 allí y aún lo recuerdo como de las mejores experiencias de mi vida. El bosque era ciertamente una necesidad, precioso y lleno de rincones mágicos. ¡Larga vida a La Carral!