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Pero creo que se refiere a la condición, no a formar parte de una naturaleza como los animales y su comportamiento.

​@@Ef23777xel hermano no distingue entre condición y esencia cuando dice: (nuestra condición es que pecamos porque "somos" pecadores) por ello, es necesario distinguir con claridad una cosa de otra. La condición de haber sido concebidos en pecado, por el pecado original es una consecuencia precisamente de ese pecado original, pero que no se iguala entre condición y esencia, por tanto es un error decir, "pecamos porque somos pecadores"; el simple hecho de utilizar el verbo "ser" "somos" ya señala la substancia y naturaleza de algo, y aunque igualmente puede señalar accidentes, sin embargo es algo que siempre debe distinguirse para no decir cosas equivocadas, ya que el peligro es destruir las enseñanzas de Cristo. Porque uno no sabe lo que piensan los demás, y al menos, si se aclara lo que se dice, se disminuye el peligro de que los hermanos que reciben una enseñanza caigan en un error sobre la Fe.

​​​@@Ef23777xEl hombre nace con el pecado original, heredado desde Adán y Eva, pero no es un pecado que cometemos en primer lugar, sino que es un pecado que recibimos en herencia por la desobediencia de Adán y Eva, para eso vino Cristo a redimirnos, para liberarnos del pecado y de la muerte eterna. Y ¿qué sucede en el hombre para que sea pecador aún después de haber recibido el Bautismo?, puesto que el Bautismo nos otorga la Gracia de Dios que nos eleva a participar de su Naturaleza divina y nos hace hijos de Dios, sin embargo no nos hace inmune a la tentación, y no nos libera de la "concupiscencia" (Rm 7,23) que nos inclina hacia el pecado. Entonces, en esa naturaleza debilitada y desordenada, tendemos a caer en el pecado, porque somos débiles y por nosotros mismos no podemos vencer la tentación ni el pecado, como lo enseño San Pablo (2 Co 12,9). Así que, no somos pecadores como si esto fuera una condición natural con la que Dios nos creara o el pecado original "incluso nos hubiera trasformado", sino que por (la naturaleza debilitada por el pecado original, nuestra naturaleza quedó desordenada e inclinada al pecado), y esta ley de la Carne, diría San Pablo, (Rm 7) no es en sí misma un pecado, sino "la condición del hombre por la que está inclinado al pecado"; en ese sentido, se debe entender la condición del hombre, como un "enfermo incurable" en cuanto que esa inclinación y desorden al pecado permanecerá en nosotros hasta el día de nuestra muerte. Por eso necesitamos la Gracia de Dios para luchar y vencer la tentación y el pecado. Según nos enseña San Pablo y nuestro Señor Jesucristo (Rm 12,9) (Mt 26,41).